16 de julio
1846 d.C.
Se llamaba Julia Francisca Catalina Postel, y era hija de un cordelero normando de Barfleur (Normandía), donde nació. A los 9 años emitió voto de perpetua castidad y total dedicación a la salvación de su prójimo. Se educó en las benedictinas de Valognes, que le propusieron quedarse con ellas, pero la abadía no era lo suficientemente pobre, y su vida muy relajada, por ello volvió por voluntad propia a su casa.
Su ideal era enseñar a niñas que no pudiesen pagar ningún colegio, quería recristianizar Francia partiendo de la formación de las mujeres; a los 18 años se instaló en Barfleur en una choza y abrió una escuela donde enseñó a las jóvenes y niñas no solo instrucción cristiana, sino también enseñanzas prácticas para la época como costura y bordado. Gracias a su modestia, dulzura, austeridad de vida y caridad sin límites, su escuela tuvo un éxito inmediato.
Durante la Revolución se convirtió en la "virgen-sacerdote" porque estaba autorizada para repartir la comunión, ocultaba los vasos sagrados, facilitaba lugares de culto clandestino, daba albergue a los curas fugitivos y seguía enseñando el catecismo en cuevas y graneros. En 1798 se hizo Terciaria franciscana.
Pasada la revolución, reorganizó a las jóvenes que había educado en grupos de catequistas para reparar los daños morales que se produjeron sobre todo en aldeas y campiñas. En 1804 se trasladó a Cheburgo, donde solicitaban maestras. Allí, bajo la guía del abate Cabart, su director espiritual y capellán del hospicio, empezó a comprender que Dios le llamaba a fundar una orden religiosa.
En 1805, fundo, en Cherburgo, las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Merced o de la Misericordia. Al emitir sus votos en 1807 tomó el nombre de María Magdalena. Escribió las constituciones de la nueva Congregación. La nueva Congregación pasó por momentos difíciles a causa de falta de recursos económicos y estuvo a punto de desaparecer. María Magdalena no se desalentó y siguió a delante y creó una escuela en Tamerville, que se convirtió en una de las más avanzadas en el campo pedagógico, hasta el punto de eliminar los castigos y promover el uso de la racionalidad en el trato con las alumnas.
Además de someterse para ser directora, tras el Concordato de 1816, tuvo que buscar una casa madre para su Congregación, para la que adquirió, la abadía de Saint-Sauveur-le-Vicomte, cerca de Coutances, donde vivieron en la más extrema pobreza. Gobernó su Institución hasta una edad muy avanzada con criterios tan espirituales que llegó a fundar 37 casas, desplegando una gran actividad a pesar del asma que sufría.
A partir de 1837, el abate Delamare fue nombrado su superior mayor, la comunidad se consolidó y les hizo adoptar las constituciones de san Juan Bautista de La Salle.
María Magdalena había dicho: "Una religiosa maestra debe salvar al menos mil almas durante su carrera: un tercio entre los alumnos y los otros dos tercios, mediante la influencia de los alumnos en sus padres".
Murió en Saint-Sauveur-le-Vicomte, y su tumba se convirtió en centro de peregrinación donde se produjeron muchos milagros. Fue canonizada el 24 de mayo de 1925 por SS Pío XI.