Cisterciense
Junio 17
Fuente: sagradafamilia.devigo.net
Era hija del rey Sancho I de Portugal, y hermana de Sancha y Mafalda, que también alcanzaron la gloria de los altares. Nació alrededor de 1178.
La mayor de las 3 hermanas, se casó con un primo suyo, Alfonso IX, rey de León, y con él tuvo varios hijos.
Pero resulta que como marido y mujer eran consanguíneos, requerían para casarse la previa dispensa de la Iglesia, que no había sido solicitada y por eso el matrimonio fue declarado inválido.
A pesar de que el matrimonio se quería, al final decidieron separarse de mutuo acuerdo.
Funda un monasterio cisterciense
Regresa Teresa a Portugal, y descubre en Lorvâo, donde ella tenía propiedades, un monasterio de benedictinos. Este monasterio tenía pocos monjes y sobre todo estaba relajado. Ella entonces hace que se retiren estos monjes y funda una comunidad de monjas con la regla del Císter, regla benedictina estricta.
La reina Teresa esperaba muchas vocaciones, y amplió la construcción para acomodar 300 religiosas y reconstruyó la iglesia del convento.
Ella no se hizo religiosa inmediatamente, sino que tomaba parte activa en la vida de las monjas, pero quería tener libertad en la administración de la casa y por tanto la libertad de ir y venir a su voluntad.
Su hermana Sancha también había fundado un monasterio, el de Celias y allí había muerto. Un día Santa Teresa de Portugal fue hasta ese monasterio y retiró sigilosamente el cadáver de su hermana que estaba enterado en la iglesia, y lo sepulta en Lorvâo.
La última vez que salió de su convento fue a pedido de Berengaria, que era la viuda del rey Alfonso IX, sí, el mismo que había sido su esposo. Los hijos de Berengaria y Santa Teresa se disputaban la sucesión al trono de León, y Berengaria pedía la intercesión de Santa Teresa para llegar a acuerdos. La Santa consiguió un arreglo que a todos satisfizo, restableciendo la paz de la familia.
Una vez cumplida esa tarea, se dijo a sí misma que ya estaba cumplida su tarea en el mundo, y que no volvería a salir del convento.
Entonces se decidió a tomar el hábito de monja.
Vive hasta el año de 1250, y es sepultada junto a su hermana la beata Sancha, la misma que había ella llevado a Lorvâo. Su culto fue aprobado en 1705. El actual Martirologio Romano la llama “santa”, aunque acompaña el título con un asterisco que indica que se trata de un beato.
Teresa pudo fácilmente haber guardado rencor, no lo hizo así. Con su ayuda se alcanzó un acuerdo pacífico.
Guardar rencor es como montar en bicicleta con una piedra en el zapato. A veces se va para un lado, pero la mayoría de las veces hace que cada pedalada sea miserable.
Lo peor de los rencores es la amargura que crean en nuestra alma. A menudo la persona a la que guardamos rencor ni siquiera sabe que estemos molestos y enfurecidos con ella. Acabamos por gastar extraordinarias cantidades de tiempo labrando y planeando nuestra venganza, para acabar descubriendo que la venganza nunca es tan dulce como creemos que lo va a ser. Si mantienes rencor contra alguien o contra algo, ahora es el momento de sacarte la piedra del zapato. Tienes la garantía de que te sentirás mejor y caminarás mejor.
El 20 de mayo de 1705 el Papa Clemente XI confirmó su culto.