Santa Maravillas de Jesús

11 de Diciembre
Francisca Abad Martín-/-Religión en libertad

Si a Santa Teresa de Jesús la llamamos “la gran reformadora del Carmelo” en el siglo XVI, a la “Madre Maravillas”, habría que llamarla “La pequeña reformadora del Carmelo” en el siglo XX.

María de las Maravillas Pidal Chico de Guzmán, nació en Madrid el 4 de noviembre de 1891. Era la menor de 4 hermanos. Su padre fue D. Luis Pidal y Mon, segundo marqués de Pidal y su madre doña Cristina Chico de Guzmán y Muñoz, nieta y sobrina de los condes de Retamoso. Fue bautizada en la parroquia de San Sebastián a los 8 días de nacer y en 1902 hizo su Primera Comunión. En sus primeros años fué educada por su abuela materna. Pronto se dedicó a practicar la caridad con las familias más necesitadas y desde niña comenzó a sentir una llamada especial a consagrarse al Señor, ofreciéndole su virginidad.

Leyendo las vidas de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, pronto comprendió que su puesto en la vida estaba en el Carmelo. Ingresó el 12 de octubre de 1919 en las Carmelitas Descalzas de El Escorial (Madrid), añadiendo a su nombre de pila el “de Jesús”, por eso desde entonces es conocida como Mª de las Maravillas de Jesús. Tomó el hábito en 1920, profesando en 1921. En 1923, estando un día orando en el Coro de las monjas, frente al Sagrario, sintió como una llamada “especial”, comprendiendo que Dios le pedía fundar un Carmelo en el Cerro de los Ángeles, donde se había inaugurado un monumento al Sagrado Corazón de Jesús, justamente el día en que ella había entrado en el Carmelo.

La Santa Maravillas, de joven
El obispo de Madrid-Alcalá, monseñor Eijo y Garay acogió con entusiasmo la idea y en 1924 la hermana Maravillas y otras tres monjas del Carmelo de “El Escorial”, se instalaron provisionalmente en una casa en Getafe, para poder seguir de cerca las obras de construcción del nuevo convento. En esa casa hizo su profesión solemne el 30 de mayo de 1924 y en 1926 fue nombrada por el obispo, priora de esa comunidad. El 31 de octubre se inauguraba el nuevo Carmelo de El Cerro de los Ángeles y pronto empezaron a acudir vocaciones.

Cuando el Cerro de los Ángeles fue atacado durante la persecución religiosa, ella haciendo gala de acendrado patriotismo obtuvo el permiso del Papa Pío XII para salir de la clausura, si era necesario, a defender el Sagrado Monumento. Lo que sucedió fue que en julio de 1936 se las sacó de su convento a todas las monjas y fueron llevadas detenidas a la casa que las Ursulinas tenían en Getafe. Dada la situación de inseguridad que se vivía, se vieron obligadas a esconderse en Madrid, luego más tarde fueron a Lourdes y en 1937 se instalaron en Las Batuecas (Salamanca), fundando allí un nuevo convento, hasta que en 1939 la M. Maravillas regresa al Convento de Getafe y desde allí expande su obra refundacional. Desde entonces y en pocos años surgieron muchas fundaciones.

Nuevos conventos fueron abiertos en diversos lugares: Mancera de Abajo, Duruelo, Cabrera, pueblos todos ellos de Salamanca. Arenas de S. Pedro (Avila ) S. Calixto (Córdoba), Aravaca y la Aldehuela (Madrid), Montemar (Málaga), llevando a cabo finalmente en el año 1964 la restauración del convento de Carmelitas de “El Escorial” y del monasterio teresiano de La Encarnación en Ávila.

No todas las hermanas carmelitas, dicho sea de paso, estuvieron de acuerdo con las reformas llevadas a cabo por la Madre Maravillas, de cualquier modo, ello no supuso ningún tipo de escisión sino simplemente una forma diferente de interpretar la misma partitura. Hablando en lenguaje coloquial, se trataría en último término de dos sensibilidades, una por parte de las “maravillosas” y la otra por parte de las “posconciliares”. Naturalmente entrar a valorar la reforma llevada a cabo por la M. Maravillas y medir su alcance, resulta tarea harto difícil y puede que también sea un tanto aventurado entrar en este tipo de disquisiciones. Un mismo carisma puede ser compartido de forma diferente según el sentir de las personas.

Maravillas después de una vida llena de vicisitudes fallecía el 11 de diciembre de 1974 en Getafe. Sus restos fueron sepultados en el convento del Sagrado Corazón de Jesús y San José de La Aldehuela. Beatificada el 10 de mayo de 1998 por el papa Juan Pablo II y canonizada por el mismo Papa el 4 de mayo de 2003.

Reflexión desde el contexto actual:
Dando por cierto que M. Maravillas es una Santa como la copa de un pino, no deja de ser menos cierto que en el seno de la familia carmelitana no todas sienten la misma devoción por ella. Hay quienes ven en su persona y en su obra reformadora un instrumento predestinado a alcanzar un mayor grado de perfección en el Carmelo, para otras en cambio representa un cierto “involucionismo”, que a lo único que conduce es a retroceder a los tiempos anteriores al Concilio Vaticano II. Lo peor que pudiera pasar en estos momentos difíciles por los que atraviesa el Carmelo, es que se produjera, si no una escisión en la orden, al menos un cierto distanciamiento. De cualquier forma, en la M. Maravillas hemos de ver a una gran santa de nuestro tiempo, cuya idea de perfección cristiana pasa por el abandono en las manos de Dios, que nos dejó expresado en una de esas frases lapidarias que hacen época: “Lo que Dios quiera, cuando Dios quiera, como Dios quiera”. Esto es lo sustancial, lo demás todo dependerá de la perspectiva desde donde se mire.

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