En Nieszawa, Polonia, beata Margarita (Lucía) Szewczyk, fundadora de la Congregación de las Hija de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores.
Lucía Szewczyk nació en el seno de una familia polaca en Szepetówka, (hoy Ucrania). En su primera infancia perdió a sus padres y fue criada por su hermanastra mayor. Desde muy joven sintió la llamada a la vida religiosa pero debido a la situación política de la Polonia ocupada, no pudo unirse a ninguna congregación religiosa; así que a la edad de 20 años, entró en la Orden Terciaria de San Francisco de Asís.
Para fortalecer su fe y amor a Dios, en 1870 emprendió una peregrinación a Tierra Santa. Ella se conmovió profundamente por esta experiencia y decidió dedicar su vida a ayudar a los pobres, los ancianos y los enfermos. Ella declaró su deseo a su confesor, el beato capuchino fray Honorato de Biala Podlaska, que aprobó su decisión y la animó a comenzar su trabajo. El primer paso que hizo fue invitar a dos ancianas pobres y enfermas a vivir en su apartamento. Ella cuidaba de ellas en secreto, porque cualquier actividad de caridad o de la iglesia estaban estrictamente prohibido por los decretos del zar de Rusia, que en ese momento gobernaba Polonia.
No pasó mucho tiempo antes de que algunas mujeres más jóvenes fueran a vivir con ella y se unieran a su obra. Más tarde, para dar cabida al mayor número de necesitados y poderles servir mejor, Lucía decidió comprar una casa con un jardín. Como resultado, en 1881, siguiendo el consejo de fray Honorato, Lucía formalmente fundó una nueva Congregación religiosa, cuyo objetivo era ayudar a los necesitados, los pobres, los enfermos y la mayoría de la sociedad. Se convirtió en la cabeza de la Congregación de las Hijas de la Bienaventurada María Virgen Dolorosa, llamadas “Serafitki” y tomó el nombre de Madre Margarita.
Como religiosa, la Madre Margarita llevó una vida muy ascética ayunando mucho y nunca renunció a sus funciones. Dirigió la creciente Congregación durante 20 años. La vida de la Madre Margarita Szewczyk se puede definir como una vida de amor infinito de Dios, confianza en Su providencia, y la completa dedicación al servicio de los más necesitados. Ella realmente creía en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y reconocía la Santa Misa como el tesoro más importante de su Congregación.
Los últimos meses de su vida los pasó en Nieszawa (Polonia). Los muchos años de servicio cobraron su parte en ella y hacia el final de su vida afrontó problemas de salud. Con un permiso especial de las autoridades de la Iglesia, su cuerpo fue trasladado a Oswiecim y enterrado en la iglesia de su Congregación. Desde su muerte, la gente continuamente acudía a orar delante de su tumba presentando sus peticiones y pidiendo su intercesión. Fue beatificada el 9 de junio de 2013 en Cracovia durante el pontificado de Francisco.