Pero José Assemani demuestra que los hechos que se narran en Metafraste y Mombritus parecen ser más exactos y sinceros. A través de ellos, sabemos que santa Bárbara sufrió en Heliópolis, en Egipto, alrededor del año 306. Esta versión concuerda con la “Menología” del emperador Basilio y con la “Synaxary” griega.
Una versión legendaria de su vida (la de Simeón Metafraste en el siglo X, la pasión de esta santa oriental se popularizó en Occidente en el siglo XIII, gracias a la “Leyenda Áurea” del arzobispo de Génova, Santiago de La Vorágine) Bárbara nació en Nicomedia, a orillas del mar Mármara. Era hija del sátrapa Dióscoro, un riquísimo pagano. Para sustraerla del proselitismo cristiano, su padre la encerró en una torre iluminada solo por dos ventanas, y en la que sólo él y una vieja sirvienta tenían acceso. A pesar de todo, la muchacha, una floreciente doncella de singular hermosura, gracias a un subterfugio encontró el medio de recibir las enseñanzas de un sacerdote enviado por Orígenes, que se hacía pasar por médico, y quién, después de haberla instruido en el cristianismo le administró el bautismo.
Cuando su padre tuvo que ausentarse por algún tiempo, ella le pidió como regalo de despedida la construcción de un cuarto de baño. Al regreso, el padre comprobó que, contra sus planes, ella había hecho instalar tres ventanas en lugar de las dos. Además, de la pared colgaba una cruz. Indignado, supo por ella misma que se había hecho cristiana y con las tres ventanas quería tener siempre ante sus ojos el misterio de la Trinidad. Enfurecido, desenvainó la espada y se abalanzó sobre su propia hija. Bárbara, sin embargo, pudo huir. Mientras él la perseguía, una roca se abrió ante la muchacha y se volvió a cerrar ante el perseguidor.
Pero un pastor delató su escondite, y por ello fue castigado con la metamorfosis de sus corderos en langostas. Dióscoro irrumpió en la cueva y llevó a su hija a casa arrastrándola por los pelos, para que se casara con un pagano, a lo que nuestra santa se negó. Al ver que ni amenazas, ni golpes, ni el hambre podían nada contra su firmeza, él la entregó personalmente al juez. Éste ordenó que la azotaran con toda crueldad, pero por la noche se le apareció un ángel, la fortaleció con el cáliz y la santa forma, y curó sus heridas.
Al día siguiente, los esbirros la encontraron más encantadora que nunca. Entonces el juez hizo infligirle las más terribles torturas: fue estirada en el potro, azotada con vergajos, desgarrada con peines de hierro, rodada sobre fragmentos de cerámica, quemada con hierros candentes y al fin los verdugos le cortaron los pechos con tenazas.
Otra mujer piadosa llamada Juliana vio el martirio de Bárbara y la dominó un intenso deseo de sufrir igualmente por Cristo. En voz alta proclamó su fe cristiana. El juez, sin titubeos, hizo que la azotaran inmediatamente y le sajaran igualmente los pechos. A continuación ambas muchachas fueron exhibidas desnudas ante la muchedumbre como si fueran animales, y condenas a muerte; pero un ángel les cubrió el cuerpo martirizado con un velo.
En aquel momento el padre se adelantó y solicitó que se le permitiera ejecutar personalmente a su hija. Y así sucedió: Dióscoro cortó con la espada la cabeza de su hija. Pero poco después aquel lugar, fue carbonizado por un rayo, muriendo fulminado, "fue asaeteado y consumido de tal manera que de su cuerpo no quedaron polvo ni cenizas"
Pero tenemos que decir que su festividad fue eliminada del calendario romano universal en 1969 y ahora se limita a los calendarios locales. Se la invoca contra las tormentas y es la patrona del arma de artillería de los ejércitos.
Pero tenemos que decir que su festividad fue eliminada del calendario romano universal en 1969 y ahora se limita a los calendarios locales. Se la invoca contra las tormentas y es la patrona del arma de artillería de los ejércitos.