patrón de los prisioneros y las parturientas
Leonardo nació en Galia (hoy, Francia), probablemente entre los años 491 y 518 (no hay mayor certeza al respecto), en el seno de una familia noble de origen franco, reconocida por el Imperio Romano. Perteneció a la corte de Clovis I (Clodoveo), iniciador de la dinastía Merovingia. Clodoveo y Leonardo se convirtieron al cristianismo durante la Navidad de 496, gracias al patrocinio de San Remigio, Obispo de Reims, quien condujo a Leonardo por el camino de la caridad y el apostolado.
Leonardo obtuvo de Clovis la autorización para encargarse de los prisioneros que estaban en las cárceles y devolver la libertad a aquellos que hubiesen cumplido un castigo proporcional y según la justicia. En aquellos tiempos, solía suceder que los prisioneros pasasen periodos de tiempo absurdos o exagerados, sea por su desproporcionalidad o por la crueldad de las condiciones de vida. Leonardo se preocupó por liberar a aquellos que estaban enfermos, a quienes ya habían cumplido una pena suficiente o a quienes habían sido víctimas de falsas o dudosas acusaciones. Sin proponérselo, Leonardo inauguró en Occidente un punto de vista distinto para tratar a quienes habitan las cárceles. Por esta razón es considerado el patrono de los prisioneros.
A Leonardo se le ofreció ser obispo pero rechazó tal posibilidad. En su tiempo, era muy común que las familias nobles tuvieran como prerrogativa que uno de sus miembros fuese parte de la jerarquía eclesiástica. El rey Clodoveo interpuso una oferta para Leonardo, pero él prefirió hacerse monje. De esa manera, primero ingresó al monasterio de Micy y posteriormente se fue a vivir a los bosques de Limousine, Aquitania, hacia donde, por su vida de santidad, atrajo muchos seguidores, quienes también adoptaron el estilo de vida eremita.
La tradición -especialmente medieval- conserva hermosas historias sobre este Santo. Una de ellas tiene que ver con su intervención cuando a la reina se le adelantaron los dolores de parto. Se temía lo peor, pero las oraciones y cuidados de San Leonardo contribuyeron a que ella diese a luz sin contratiempos. Leonardo fue premiado con unas tierras que cedió para la construcción de la abadía que hoy lleva su nombre: la abadía de San Leonardo de Noblac.
Su devoción se extendió muchísimo por Europa en los siglos posteriores de la Edad Media gracias a los incontables milagros atribuidos a su intercesión, la mayoría de ellos vinculados a la liberación justa de prisioneros o a madres que invocaban su nombre en el momento del parto.
San Leonardo murió en el año 559. También es patrono de la conservación del ganado.
Hoy, son cientos las iglesias y capillas que llevan su nombre a lo largo de la Europa occidental, incluyendo la Europa insular.
Glorioso San Leonardo, protector de las mujeres embarazadas, haz que por tu intercesión tengamos un buen parto, tu que proteges la vida de la madre y del niño, ruega por nosotros. A ti recurrimos en nuestras necesidades, en nuestros miedos, en nuestra esperanza.
Acompaña y fortalécenos en este momento, danos paciencia para este tiempo de espera Rompe la cadena que nos ata al miedo y al dolor. Y bendice el fruto del amor que Dios ha donado a nuestras vidas.
Líbranos por tu intercesión de la esclavitud del pecado, que vivamos fieles a los mandamientos y a las virtudes que Jesús nos enseñó para llegar a la santidad, transmitamos estas gracias a nuestros hijos, para que gocemos de la paz de los justos, en la gloria del cielo y cantar alabanzas a Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Leonardo nació en Galia (hoy, Francia), probablemente entre los años 491 y 518 (no hay mayor certeza al respecto), en el seno de una familia noble de origen franco, reconocida por el Imperio Romano. Perteneció a la corte de Clovis I (Clodoveo), iniciador de la dinastía Merovingia. Clodoveo y Leonardo se convirtieron al cristianismo durante la Navidad de 496, gracias al patrocinio de San Remigio, Obispo de Reims, quien condujo a Leonardo por el camino de la caridad y el apostolado.
Leonardo obtuvo de Clovis la autorización para encargarse de los prisioneros que estaban en las cárceles y devolver la libertad a aquellos que hubiesen cumplido un castigo proporcional y según la justicia. En aquellos tiempos, solía suceder que los prisioneros pasasen periodos de tiempo absurdos o exagerados, sea por su desproporcionalidad o por la crueldad de las condiciones de vida. Leonardo se preocupó por liberar a aquellos que estaban enfermos, a quienes ya habían cumplido una pena suficiente o a quienes habían sido víctimas de falsas o dudosas acusaciones. Sin proponérselo, Leonardo inauguró en Occidente un punto de vista distinto para tratar a quienes habitan las cárceles. Por esta razón es considerado el patrono de los prisioneros.
A Leonardo se le ofreció ser obispo pero rechazó tal posibilidad. En su tiempo, era muy común que las familias nobles tuvieran como prerrogativa que uno de sus miembros fuese parte de la jerarquía eclesiástica. El rey Clodoveo interpuso una oferta para Leonardo, pero él prefirió hacerse monje. De esa manera, primero ingresó al monasterio de Micy y posteriormente se fue a vivir a los bosques de Limousine, Aquitania, hacia donde, por su vida de santidad, atrajo muchos seguidores, quienes también adoptaron el estilo de vida eremita.
La tradición -especialmente medieval- conserva hermosas historias sobre este Santo. Una de ellas tiene que ver con su intervención cuando a la reina se le adelantaron los dolores de parto. Se temía lo peor, pero las oraciones y cuidados de San Leonardo contribuyeron a que ella diese a luz sin contratiempos. Leonardo fue premiado con unas tierras que cedió para la construcción de la abadía que hoy lleva su nombre: la abadía de San Leonardo de Noblac.
Su devoción se extendió muchísimo por Europa en los siglos posteriores de la Edad Media gracias a los incontables milagros atribuidos a su intercesión, la mayoría de ellos vinculados a la liberación justa de prisioneros o a madres que invocaban su nombre en el momento del parto.
San Leonardo murió en el año 559. También es patrono de la conservación del ganado.
Hoy, son cientos las iglesias y capillas que llevan su nombre a lo largo de la Europa occidental, incluyendo la Europa insular.
Glorioso San Leonardo, protector de las mujeres embarazadas, haz que por tu intercesión tengamos un buen parto, tu que proteges la vida de la madre y del niño, ruega por nosotros. A ti recurrimos en nuestras necesidades, en nuestros miedos, en nuestra esperanza.
Acompaña y fortalécenos en este momento, danos paciencia para este tiempo de espera Rompe la cadena que nos ata al miedo y al dolor. Y bendice el fruto del amor que Dios ha donado a nuestras vidas.
Líbranos por tu intercesión de la esclavitud del pecado, que vivamos fieles a los mandamientos y a las virtudes que Jesús nos enseñó para llegar a la santidad, transmitamos estas gracias a nuestros hijos, para que gocemos de la paz de los justos, en la gloria del cielo y cantar alabanzas a Dios por los siglos de los siglos. Amén.