5 de febrero
Fuente: ACI Prensa
Laica
Martirologio Romano: En Roma, beata Isabel Canori Mora, madre de familia, que tras haber sufrido mucho tiempo, con caridad y paciencia, la infidelidad del marido, angustias económicas y la persecución de familiares, ofreció su vida a Dios por la conversión, salud, paz y santificación de los pecadores, y entró a formar parte de la Tercera Orden de la Santísima Trinidad (1825).
Etimología: Isabel = Aquella a quien Dios da salud, es de origen hebreo.
Fecha de beatificación: 24 de abril de 1994, en el Año Internacional de la Familia, por el Papa Juan Pablo II.
Por un minuto piensa en las personas que viven en tu vecindario. ¿Podrías llamar a alguno santo? Hubo un barrio en Italia donde efectivamente una santa vivía en la casa contigua. La beata Isabella Canori Mora quien llevó su vida de madre y esposa a la plena conformación con Cristo en la cotidianeidad y en la adversidad de tener un esposo que la maltrataba.
Quién fue
Nació en Roma el 21 de noviembre de 1774. Hija de Tommaso y Teresa Primoli, en el seno de una familia de posición acomodada, profundamente cristiana y diligente en la educación de sus hijos.
Estudió con las Hermanas Agustinas de Cascia (1785-88), donde destacó por su inteligencia, una profunda vida interior y su espíritu de penitencia. De regreso a Roma, tuvo una vida tranquila hasta que en 1796 -cuando tenía 21 años- se casó con el joven abogado romano Cristóforo Mora.
Para ella, el matrimonio fue una decisión reflexionada, madura, pero después de algunos meses, la fragilidad psicológica de Cristóforo comprometió la serenidad de la familia.
Cristóforo convirtió a una mujer de mal vivir en su amante y a medida que pasaba el tiempo, humilló y abusó de su esposa en distintas formas, no ejerció más la abogacía, y gastó tanto dinero en sus aventuras que terminó llevando a su esposa e hijas a la extrema pobreza y una creciente deuda.
A la violencia física y psicológica de su esposo, Isabella respondió siempre con absoluta fidelidad. Nunca puso excusas, conveniencias o intereses para justificar un abandono de su hogar, para ella sólo primaba el código de fidelidad de amor y rendición total.
Elizabeth trató a su marido con paciencia gentil, ofreciendo penitencias y oraciones por su conversión. Nunca pensó en separarse de él, a pesar de los consejos de familiares y amigos. En vez de esto, siempre amó, apoyó y perdonó a su esposo esperando su conversión.
En 1801 sufrió una misteriosa enfermedad que la puso al borde de la muerte. Se curó de forma inexplicable y tuvo su primera experiencia mística.
Esta es una vidente italiana de las tribulaciones de los últimos tiempos de la Iglesia, que fue favorecida con los dones de la visión y de la profecía.
El Señor le hizo alcanzar la madurez para recibir las visiones y las ilustraciones sobre el destino de la Iglesia. Recibió en forma clara los estigmas de la pasión de Cristo, y en sus visiones vio las tremendas batallas que tendrá que sostener la Iglesia en los últimos tiempos bajo el poder de las tinieblas.
Tuvo cuatro hijos, pero los dos primeros murieron a los días de nacer. Con el abandono de su esposo, fue forzada a vivir trabajando con sus propias manos para seguir al cuidado de sus hijas Marianna y Luciana. Dedicó mucho tiempo a la oración, los pobres y los enfermos.
Su hogar pronto se convirtió en un punto de referencia para mucha gente en busca de ayuda material y espiritual. Se dedicó especialmente a cuidar de las familias en necesidad. Para ella, la familia implicaba dar un espacio a cada persona, un lugar que dé frutos de vida, fe, solidaridad y responsabilidad.
La familia, para ella, era el templo en el que recibía al "al amado Señor, Jesús de Nazaret" y a todos los que se dirigían a ella. A través de la auto negación, Elizabeth ofrecía su vida por la paz y la santidad de la Iglesia, la conversión de su esposo y la salvación de los pecadores.
En 1807 Elizabeth se unió a la Orden terciaria Trinitaria.
Respondió con dedicación a la vocación al matrimonio y la consagración secular. Sus admirables virtudes humanas y cristianas así como la fama de su santidad se difundieron a través de Roma, Albano y Marino, donde ganó fama de santidad.
En 5 de febrero de 1825, mientras era asistida por sus dos hijas, Isabella falleció. Fue enterrada en Roma en la iglesia trinitaria de San Carlino alle Quattro Fontane. Poco después de su muerte, como ella misma predijo, su esposo se convirtió uniéndose a la Orden Terciaria Trinitaria y después se ordenó sacerdote de los franciscanos conventuales. Murió el 9 de setiembre de 1845 y fue enterrado en la iglesia de los franciscanos conventuales de Sezze.
Fue beatificada junto al joven mártir Zaire Isidore Bakanja, y a otra madre italiana santa, Gianna Beretta Molla, por el Papa Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, en el Año Mundial de la Familia.
Algunas visiones de Isabella Canori
En una visión del 25 de marzo de 1816 vio:
"A los miserables que cada día con mayor orgullo y desfachatez, de palabra y de obra, con incredulidad y apostasía, van pisoteando la santa religión y la divina ley. Se sirven de las palabras de la Sagrada Escritura y del Evangelio, corrompiendo su verdadero sentido para respaldar así sus perversas intenciones y sus torcidos principios".El 15 de octubre de 1818 tuvo otra visión terrible:
"De repente, dice, le fue mostrado el mundo. Lo veía todo en revolución, sin orden ni justicia. Los siete vicios capitales (soberbia, lujuria, ira, envidia, pereza, guía y avaricia) eran llevados en triunfo, y por todas partes se veía reinar la injusticia, el fraude, el libertinaje y toda clase de iniquidades. Vio también Sacerdotes despreciando la Santa Ley de Dios y cómo se cubría el Cielo de nubes negras; se levantaba un tremendo huracán y en el mayor desconcierto se mataban los hombres unos a otros. En castigo de los soberbios que con impía presunción intentaban demoler la Iglesia desde los cimientos, permitía Dios a los poderes de las tinieblas abandonar los abismos del infierno . . ."
El triunfo de la Iglesia:
En 1821 oyó al Señor hablar del triunfo de la Iglesia, pues ésta saldría renovada de aquellas tormentas, encendida en el primitivo celo de la Gloria de Dios, y que sería recordada universalmente por los pueblos. Vendrá la reforma de la Iglesia . . . "y la restauración de todas las cosas no se verificará sin un profundo trastorno de todo el mundo, de todas las poblaciones".
Las visiones de Isabel Canori Mora sobre la purificación y la restauración de la Tierra.
Dios no hace nada sin comunicar a sus fieles sus planes, y los repite una y otra vez a través del tiempo, para que efectivamente llegue el mensaje y la humanidad comprenda bien.
Porque el demonio ha suscitado dentro de la Iglesia, la idea de que Dios es tan bueno que nunca va a purificar a la humanidad de manera severa, por más que se esté destruyendo Su plan.
Y esto ha prendido en muchos fieles, que se niegan a aceptar lo que dice la Biblia, y ni siquiera escuchar lo que Dios está comunicando a sus profetas, como otrora sucedió con los profetas del pueblo de Israel que eran vilipendiados, castigados y hasta muertos.
Dios ha dado visiones a muchos místicos sobre cómo va a ser la purificación del mundo y la Iglesia, y su reconstrucción.
Entre ellos a Santa Hildegarda de Bingen, a la Beata Ana Catalina Emmerich y a la beata Isabel Canori Mora.
Esta última es menos conocida al igual que las visiones que tuvo.
Aquí hablaremos sobre las visiones que tuvo la beata Isabel Canori Mora, sobre las razones que impulsan a Dios a purificar la tierra, como lo hará y cómo se reconstruirá lo que había sido destruido.
Isabel Canori Mora fue una mística romana que vivió entre los siglos XVIII y XIX, y recibió notables visiones de Jesucristo y la Santísima Virgen.
Quien las escribió en centenares de páginas dirigidas a su confesor, y que hoy están celosamente custodiadas en el archivo de los Padres Trinitarios, en San Carlino, congregación de la que fue terciaria.
Sobre esos escritos el Santo Oficio emitió en 1900 el juicio de que estaban libres de errores teológicos.
La fama de su santidad se difundió aún en vida, y se acercaban a ella para pedir consejos, desde los más pobres de la ciudad, hasta políticos y el mismo Papa.
En otra visión los ángeles la condujeron espiritualmente a los antros secretos donde se tramaba la conjura contra Dios, sus planes y sus fieles seguidores.
Le fueron mostradas las aberraciones que cometían los ministros del Señor.
Y en otra ocasión mientras rezaba por el Santo Padre, lo vio viajando rodeado de lobos que complotaban para traicionarlo.
Dios no hace nada sin comunicar a sus fieles sus planes, y los repite una y otra vez a través del tiempo, para que efectivamente llegue el mensaje y la humanidad comprenda bien.
Porque el demonio ha suscitado dentro de la Iglesia, la idea de que Dios es tan bueno que nunca va a purificar a la humanidad de manera severa, por más que se esté destruyendo Su plan.
Y esto ha prendido en muchos fieles, que se niegan a aceptar lo que dice la Biblia, y ni siquiera escuchar lo que Dios está comunicando a sus profetas, como otrora sucedió con los profetas del pueblo de Israel que eran vilipendiados, castigados y hasta muertos.
Dios ha dado visiones a muchos místicos sobre cómo va a ser la purificación del mundo y la Iglesia, y su reconstrucción.
Entre ellos a Santa Hildegarda de Bingen, a la Beata Ana Catalina Emmerich y a la beata Isabel Canori Mora.
Esta última es menos conocida al igual que las visiones que tuvo.
Aquí hablaremos sobre las visiones que tuvo la beata Isabel Canori Mora, sobre las razones que impulsan a Dios a purificar la tierra, como lo hará y cómo se reconstruirá lo que había sido destruido.
Isabel Canori Mora fue una mística romana que vivió entre los siglos XVIII y XIX, y recibió notables visiones de Jesucristo y la Santísima Virgen.
Quien las escribió en centenares de páginas dirigidas a su confesor, y que hoy están celosamente custodiadas en el archivo de los Padres Trinitarios, en San Carlino, congregación de la que fue terciaria.
Sobre esos escritos el Santo Oficio emitió en 1900 el juicio de que estaban libres de errores teológicos.
La fama de su santidad se difundió aún en vida, y se acercaban a ella para pedir consejos, desde los más pobres de la ciudad, hasta políticos y el mismo Papa.
En la navidad de 1813 ella fue arrebatada a un lugar inundado de luz, donde innumerables santos rodeaban un humilde pesebre.
Y vio a Jesús recién nacido bañado en su propia sangre.
En ese momento comprendió de manera infusa cuál era la razón de tanto derramamiento de sangre del niño.
Le fue dicho que era por la mala conducta de muchos sacerdotes, de muchas religiosas que no se comportan según su estado, y por la mala educación que es dada a los hijos por parte de sus padres y madres.
Y a partir de entonces, Dios le fue revelando el lamentable accionar de ciertos sectores eclesiásticos que atraían la cólera divina.
Realizado en complicidad con la revolución que derrumbaba a las autoridades civiles y las costumbres cristianas en los países.
En una oportunidad se le mostraron 5 árboles de desmesurado tamaño,que con sus raíces alimentaban un enmarañado bosque de millones de plantas estériles.
Y Dios le hizo entender que esos cinco enigmáticos árboles, simbolizaban las cinco herejías que infectan al mundo en nuestro tiempo.
No le fue dicho que simbolizaba exactamente cada uno, pero los eruditos extraen de los textos que son el liberalismo, la masonería, el modernismo, el comunismo y el indiferentismo religioso.
En otra visión los ángeles la condujeron espiritualmente a los antros secretos donde se tramaba la conjura contra Dios, sus planes y sus fieles seguidores.
Le fueron mostradas las aberraciones que cometían los ministros del Señor.
Y en otra ocasión mientras rezaba por el Santo Padre, lo vio viajando rodeado de lobos que complotaban para traicionarlo.
La visión se repitió dos veces más.La visión duró apenas un instante, pero Isabel dice que, si hubiese durado un momento más, ciertamente habría muerto de angustia.
Vio al Papa Pío VII y dos santos ángeles que lloraban.
Y ella preguntó a los ángeles la razón de su llanto.
Y contemplando la ciudad de Roma dijeron: «Ciudad miserable, pueblo ingrato, la justicia de Dios te castigará».
Y a continuación fue llevada a ver el estrago que la justicia de Dios estaba por hacer entre aquellos miserables.
Vio edificios cayendo en ruinas.
Ciudades, provincias enteras y todo el mundo estaba en caos.
No se oía otra cosa que débiles voces implorando misericordia.
El terror y el espanto ponía a los hombres y los animales en un estado de pavor, todo el mundo estaba en convulsión.
La gente se despedazaba unos a otros sin piedad.
Mientras Dios con su omnipotencia hacía castigar el orgullo y su desvergonzada arrogancia.
Pero lo que le impresionó más fue ver a Dios indignado, representado por un gigante fuerte y airado contra aquellos que lo perseguían.
Sus manos estaban llenas de rayos y su rostro estaba repleto de indignación.
También por ese período vio a María Santísima triste y dolorosa, y le preguntó entonces la razón de eso.
Y Ella le dijo que mirara la impiedad de los apóstatas que intentaban arrancar a Su Hijo de sus brazos.
Y en ese momento vio al Padre Eterno revestido de justicia que se volvía hacia el mundo y toda la naturaleza entraba en convulsión.Por lo tanto vemos que la forma en que Dios liquidará la iniquidad y purificará la tierra, es dando permiso para actuar a las propias fuerzas demoníacas, que no tendrán contemplación por nadie.
Y le fue comunicado que Dios se servirá de las potencias de las tinieblas para exterminar a los hombres inicuos y criminales, que pretenden derribar la Iglesia.
Y entonces le fue mostrada una horrenda cárcel infernal en la mayor profundidad de la tierra, de donde vio salir a muchos demonios.
Algunos tomaban forma de animal y otros de hombre, y venían todos a infestar el mundo y a hacer por todas partes maleficios y ruinas.
Y se le dijo que devastaran todos los lugares donde Dios ha sido ultrajado.
Todos esos lugares serán demolidos y arruinados y se perderá todo vestigio de ellos.
Pero entonces es lícito preguntarse qué sucederá con los fieles a Dios.
Y para contestar esto digamos que ella vio la intervención de San Pedro protegiendo a Su Pueblo.
En la fiesta de San Pedro y San Pablo de 1820, Isabel contempló al Príncipe de los apóstoles descendiendo de los cielos revestido con los atuendos pontificales y rodeado por una legión de ángeles.Y luego el Señor le dijo:
Con su báculo, trazó sobre la tierra una gran cruz, y a los cuatro lados de ella hizo aparecer cuatro árboles en pleno verdor, también con forma de cruz, envueltos en una luz brillantísima.
Debajo de aquellos árboles quedaron refugiados y libres del tremendo castigo todos los buenos fieles, y religiosos y religiosas.
Y sintió decir a San Pedro:
«Ay de aquellos religiosos y religiosas inobservantes que despreciaron las santas reglas.
Y esto va también para todos aquellos que se entregan al libertinaje y van detrás de las falsas filosofías de hoy».
Y después de los castigos purificadores Isabel vio a San Pedro regresar del cielo en un majestuoso trono pontifical.
Bajó con gran pompa y recorrió todo el mundo encadenando a aquellos espíritus malignos e infernales, y volvió a confinarlos en las tenebrosas cavernas de las cuales habían salido.
Y en ese momento se vio aparecer sobre la tierra un bello resplandor, que anunciaba la reconciliación de Dios con los hombres.
«Yo reformaré a mi pueblo y a Mi Iglesia. Mandaré sacerdotes celosos para predicar Mi fe, formaré un nuevo apostolado, enviaré al divino Espíritu Santo a renovar la tierra».
También le dijo que reformaría las órdenes religiosas por medio de nuevos reformadores santos y doctos.
Y dará un nuevo Pastor a Su Iglesia, docto, santo y repleto de Su espíritu.
Que con santo celo reformará la grey.
También le fueron mostrados varios soberanos que sustentarán a la Iglesia Católica y serán verdaderos católicos, depositando sus cetros y coronas a los pies del Santo Padre, Vicario de Jesucristo.Fuente: Foros de la Virgen
Varios reinos abandonarán sus errores y volverán al seno de la fe católica.
Pueblos enteros se convertirán y reconocerán como religión verdadera la fe de Jesucristo.
Y entonces la pequeña grey de católicos fieles, refugiada bajo los árboles en forma de cruz, fue conducida a los pies del trono de San Pedro.
Él escogió al nuevo Pontífice y toda la Iglesia fue reordenada según los verdaderos dictámenes de los Santos Evangelios.
Fueron restablecidas las órdenes religiosas, y todas las casas de los cristianos se convirtieron en verdaderos templos.
Tan grande era el fervor y el celo por la gloria de Dios, que todo era ordenado en función del amor de Dios y del prójimo.
De esta manera tomó cuerpo en un momento el triunfo y la gloria de la Iglesia de Cristo
Ella era aclamada y seguida por todos, reconociendo al Vicario de Cristo.