En Lentini en Sicilia, santos Alfio, Filadelfio y Cirino, mártires.
Los tres hermanos nacieron en Vaste, provincia de Lecce, el padre Vital pertenecía a una familia patricia y la madre, Benedicta, fue mártir. El prefecto Nigelión, cuando llegó a Vaste para indagar sobre la presencia de cristianos, realizó los primeros interrogatorios y, vista la constancia y la firmeza de los tres hermanos, decidió enviarlos a Roma, junto a Onésimo, su maestro, Erasmo, su primo y otros catorce más.
Después de los primeros suplicios fueron enviados a Puzzuoli, por el prefecto Diómedes, que mandó ejecutar a Erasmo, Onésimo y los otros catorce y envió a los tres hermanos a Sicilia al prefecto Tértulo, que estaba en Taormina; aquí fueron interrogados y atormentados y después enviados a Lentini, lugar de residencia del prefecto, con la orden que durante el camino llevaran un grueso madero en la espalda. Los tres jóvenes fueron liberados de este madero por una fuerte tempestad de viento; al llegar a Catania fueron encarcelados, y según una antigua tradición pasaron por Trecastagni, porque la vía normal a lo largo de la costa era impracticable a causa de una erupción del Etna.
En el camino hacia de Catania a Lentini obraron varios milagros y conversiones: se convirtieron los 20 soldados de escolta y su jefe Mercurio, que Tértulo hizo ejecutar. En Lentini liberaron a un niño judío poseído y enfermo y convirtieron a muchos de esta nación que fueron luego lapidados. Presentados Tértulo intentó ganárselos con lisonjas y luego con torturas y por fin fueron martirizados de modos distintos.
Todo esto ocurrió durante la persecución de Valeriano. Las hermanas Tecla y Justina les dieron sepultura en una gruta. Muy venerados en Sicilia (principalmente en Lentili de donde son patronos) y también entre los griegos.