San Juan Nepomuceno fue un ejemplo de la protección al sigilo sacramental: fue el primer mártir que prefirió morir antes que revelar el secreto de confesión. Se lo considera patrono de los confesores. Nació en Checoslovaquia entre los años 1340-1350, en Nepomuk. Por ello es que se le dice el Nepomuceno.
Obtuvo su doctorado en la Universidad de Padua y fue párroco de Praga. Después fue nombrado Vicario General del Arzobispado porque el Cardenal lo consideraba como un hombre de confianza.
Fue confesor de Sofía de Baviera, la esposa del rey de Praga, Wenceslao. Por ello, el rey, que tenía ataques de cólera y de celos, ordenó al sacerdote que le revelara los pecados de su mujer. La negativa del Santo enfureció a Wenceslao y lo amenazó con asesinarlo si no le contaba los secretos.
Otro conflicto entre Wenceslao y Juan Nepomuceno sucedió cuando el monarca quiso apoderarse de un convento para darle sus riquezas a un pariente y el Santo se lo prohibió porque esos bienes pertenecían a la Iglesia. El rey se llenó de cólera, el Santo fue torturado y su cuerpo arrojado al río Mondalva. Después lo vecinos recogieron el cadáver y lo sepultaron religiosamente. Era el año 1393.
En 1725, más de 300 años después del suceso, una comisión de sacerdotes, médicos y especialistas encontarron que la lengua del mártir se encontraba incorrupta, aparentemente seca y gris. De repente, en presencia de todos empezó a tomar apariencia de ser la de una persona viva. Todos se pusieron de rodillas ante este milagro. Fue el cuarto milagro que realizó el santo antes de ser proclamado oficialmente como tal.
San Juan Nepomuceno fue considerado patrono de los confesores, porque prefirió morir antes que revelar los secretos de la confesión. En Praga, en el puente desde el cual fue echado al río, se conserva una imagen de este gran santo, y muchas personas, al pasar por allí le rezan devotamente.
Oh Dios, que por el invencible silencio
sacramental del bienaventurado
Juan Nepomuceno adornaste tu
iglesia con una nueva corona del martirio;
concédenos, por su intercesión y ejemplo,
que moderemos nuestra lengua
y suframos todos los males de este mundo,
antes que el detrimento de nuestras almas.
Por Jesús Cristo Nuestro Señor.
Amén
Protector y abogado San Juan Nepomuceno,
que a pesar del tiempo trascurrido desde tu gloriosa muerte,
no se ha conocido hasta ahora
que quien, con verdadera confianza y esperanza,
se acoge a tu santo y poderoso patrocinio
haya quedado sin respuesta favorable en sus peticiones.
Son sin número, san Juan Nepomuceno,
protector mío piadosísimo,
las maravillas que ha hecho Dios, y sigue haciendo,
por tu mediación en todo el mundo
para el socorro de toda clase de necesidades
Confío que he de ser uno de los que con agradecimiento
testimonien tus grandes misericordias
con el favorable despacho de mis presentes ruegos;
si por mi miseria no te pido debidamente
las súplicas para que agraden a Dios,
enderézalas tú, te lo ruego,
intercediendo con nuestra poderosísima Madre,
la Virgen María Santísima,
que es el medio por donde todo nos viene de Dios,
y la que por gracia tiene en su mano
la Divina Omnipotencia,
para que así sea otorgada mi demanda:
(pedir lo que se quiere conseguir).
San Juan Nepomuceno,
abogado del buen nombre y el honor,
dígnate apartar de mí toda infamia y mentira,
toda habladuría, mala lengua, difamación,
falso testimonio, calumnia y humillación,
toda intriga, deshonra, mala fama y confusión pública
que por cualquiera parte me amenace,
y concédeme que disfrutando yo
de los honores y bienes de la tierra, no pierda los eternos
que para sus escogidos tiene el Señor
preparados en el Cielo.
Amén.
Rezar la Salve, Padrenuestro, Avemaría y Gloria