Beata Catalina Cittadini

 

En Somasca, cerca de Bérgamo, en Italia, beata Catalina Cittadini, virgen, la cual, privada de sus padres desde la más tierna edad, llegó a ser una paciente y competente maestra, cuidando con esmero una institución dedicada a la educación cristiana de niñas pobres, y con esta misma finalidad, fundó el Instituto de las Hermanas Ursulinas de Somasca.

v Nació en Bérgamo. En 1808, murió su madre y su padre abandonó a sus hijas, Catalina, junto con su hermana Judit, fueron acogidas en el orfanato del Conventino de Bérgamo, donde fue formada en la fe, en un carácter decidido, en el estudio llegando a ser maestra elemental. En 1823 las hermanas dejaron el orfanato para trasladarse con sus primos sacerdotes a Calolzio, parroquia de la diócesis de Bérgamo. Aquí permanecieron dos años, encontrando en sus primos una segura dirección espiritual y un ambiente pastoral muy activo. Catalina fue maestra en la escuela comunal femenina de Somasca. Con su hermana maduró el deseo de ingresar en una congregación religiosa. Su director espiritual, don José Brena, les indicó que la voluntad de Dios era que se quedasen en Somasca, donde serían las columnas fundamentales de una nueva familia religiosa de aquel pueblecito de donde había nacido san Jerónimo Emiliani.

En 1826 adquieren una casa en Somasca, que llegará a ser del instituto de las Hermanas Ursulinas. Catalina encontró un apoyo espiritual en los somascos, Congregación fundada por san Jerónimo Emiliani. Participó activamente en la vida parroquial donde fue catequista y se inscribió en diversas confraternidades, y abrió su casa a las chicas jóvenes para animarlas según el estilo oratoriano. Catalina hizo su trabajo con tanta dedicación que mereció el elogio de sus vecinos. Fundó en 1832 la escuela privada “Cittadini” y en 1836 el “Educandato”, para la educación de las huerfanas, y cuya directora fue su hermana Judit. La escuela adquirió un gran desarrollo en la formación espiritual y humana entre las alumnas.

Toda su vida Catalina estuvo probada: en 1840 murió su hermana, al año siguiente uno de sus primos sacerdotes y su director espiritual José Brena. En 1842 enfermó gravemente pero fue milagrosamente curada gracias a la intercesión de la Virgen de Caravaggio y de san Jerónimo Emiliano. En 1845 tuvo que dejar la enseñanza en la escuela comunal, para dedicarse por entero al cuidado de las huerfanas y a la guía de las compañeras que se le habían unido. Decidió consagrarse por entero a Dios y fundó en 1855 el Instituto de las Ursulinas Jerónimas (hoy conocidas como Hermanas Ursulinas de Somasca), después de largas esperas por parte de la jerarquía eclesiástica. Los sufrimientos minaron su salud y murió, después de un día de agonía, llena de serenidad y confianza en la Providencia. El 29 de abril de 2001 fue beatificada por SS Juan Pablo II.

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