En la región montañosa vulgarmente llamada Ranft, junto a Sachseln, en Suiza, san Nicolás de Flüe, el cual, por inspiración divina, deseoso de otro género de vida dejó a su esposa y a sus diez hijos, retirándose al monte para abrazar la vida de anacoreta, donde llegó a ser célebre por su dura penitencia y desprecio del mundo. De su celda sólo salió una vez, y fue para apaciguar con una breve exhortación a quienes estaban a punto de enfrentarse en una guerra civil.
Nació en Suiza en Flüeli, cerca de Sachseln, el cantón de Obwald. Era pastor como sus padres y abuelos. Después del trabajo se arrodillaba ante una cruz y oraba. Se impuso severas penitencias. Ya desde su juventud, aunque no aprendió a leer ni a escribir, conoció el movimiento místico de los “Amigos de Dios”, que circulaba en torno al maestro Eckhar, y sus discípulos dominicos: Tauler y Seuze. A los 30 años contrajo matrimonio con Dorotea Wyss. Tuvo diez hijos. El primero fue presidente de Suiza.
Fue muy amante de su patria y promotor de la paz y reconciliación. Pero eran tiempos turbulentos en que abundaban las rencillas y revueltas, por lo que se vio obligado a intervenir en varias guerras. Su primera gran aventura fue militar, tenía 23 años cuando participó en la lucha por evitar que el cantón de Zurich se separara de la Confederación. Catorce años después le vemos como capitán invadiendo en nombre de la Confederación, la Thurgovia pero sin excesos. Cuando volvió a su casa en Sasler, su mujer, le cuidó y tuvo una vida ordenada y fue conocido en la comarca como granjero próspero y respetable. Por sus virtudes y dotes fue nombrado gobernador y juez de Obwalden aunque rehusó a ser presidente del cantón. A los 60 años, con consentimiento de su familia, decidió retirarse a la soledad de la vida eremítica en un lugar cerca de su casa llamado Kluster, donde vivió 21 años sin comer, sólo se alimentaba de la Eucaristía. Para poder retirarse, le había pedido a Dios tres gracias: el consentimiento de su mujer y el de sus hijos mayores y no sentir en adelante la tentación de comer y beber. Todas las peticiones fueron escuchadas.
Fue la admiración de su época, todos los que iban a visitarle le pedían consejo y cuando en 1481, tras las victorias de Nancy, Granson y Morat, en la Confederación no llegaban a ponerse de acuerdo sobre el reparto de los botines y territorios, fueron a pedirle consejo, y él les dio una respuesta que salvó la paz y el futuro nacional de Suiza en el llamado Pacto de Stans del 1481. Decía: “Dios es la paz, y esta paz nunca podrá ser destruída”. Se le concedió el título de "padre de la patria", fundador de la Confederación y primer confederado. Su influencia fue muy fecunda.
En medio de estas actividades políticas, cultivó su vida interior, profunda y trascendente. Tuvo gran amor a la Eucaristía, a la Pasión del Señor y a la Trinidad. A cualquier pregunta indiscreta respondía "Dios lo sabe". Nicolás es un caso típico de vida mixta, contemplación y acción. Tuvo el don de la profecía y se dice que predijo el advenimiento de la herejía calvinista y luterana.
Había decidido prescindir de los negocios temporales, pero ellos no pudieron prescindir de él. Unió maravillosamente el amor de lo infinito con el amor finito, la inquietud por el reino celestial y el servicio a la patria terrestre. "Nicolás de Flüe, dijo Pío XII, encarna con una plenitud admirable, la unión de la libertad terrestre y de la libertad celeste". La vida de Nicolás se cerró con una terrible enfermedad cargada de dolor y sufrimiento en Ranft. Es reconocido sea por católicos como por protestantes. Fue canonizado por Pío XII el 15 de mayo de 1947. Patrón de Suiza.