Santos antepasados de Jesucristo (Antiguo Testamento)

24 de Diciembre
Conmemoración de todos los santos antepasados de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán, hijo de Adán, es decir, los padres que agradaron a Dios y fueron hallados justos, los cuales murieron en la fe sin haber recibido las promesas, pero percibiéndolas y saludándolas, y de los que nació Cristo según la carne, que es Dios bendito sobre todas las cosas y por todos los siglos.

Aunque en la noticia breve del Martirologio se mencionan a Adán, a Abraham y a David, la celebración de hoy no debe individualizar a ninguno de ellos; de hecho, Abraham tiene su conmemoración (el 9 de octubre), y David la propia (el 29 de diciembre). De lo que trata la memoria de hoy, más que de nombres individuales es de la pertenencia de Jesús a una tradición concreta, a una humanidad que no existe de otro modo más que en la forma de pueblos particulares, con costumbres particulares. Jesús nació en el seno del pueblo judío, y eso -nos dice el Evangelio y lo refresca la conmemoración de hoy- no es fruto de una casualidad histórica, sino un hecho de Providencia: la humanidad de Jesús viene preparada desde los primeros padres de la humanidad, desde los primeros padres del pueblo elegido, desde los primeros representantes del reinado de Dios en israel.

Hoy las Iglesias orientales celebran de forma particular a:

Jacob. Nieto de Abrahám e hijo de Isaac, padre y creador de las 12 tribus de Israel. Su madre se llamaba Rebeca, y tuvo un hermano gemelo: Esaú. Según el Génesis, Jacob, fue un hombre casero. Su padre prefería a Esaú, que era el primogénito, y que era cazador. Rebeca en cambio prefería a Jacob, y es ella quien le sugirió la estratagema para lograr la primogenitura por un plato de lentejas (Gn 25, 29-34). Para evitar las iras de su hermano, tuvo que huir de Berseba hacia Jarán y en el camino, sintió sueño y soñó en su codicia y en las mentiras que había hecho, así que levantó un altar y prometió al Señor cambiar de vida, y entregar sus bienes como ofrenda a Dios (Gn 32, 8).

Aquella noche, en Betel, Yahvé le presentó una escala donde le desveló el sentido de su peregrinar y le prometió la posesión de toda aquella tierra. Años más tarde estará de nuevo en marcha, huyendo de su suegro Labán, y llegó a Majanéjim, donde le salieron al encuentro los ángeles del Señor (Gn 32, 23-33), en los que vio que su vida no había cambiado nada. Tuvo dos mujeres: Lía y Raquel, y dinero; de nuevo se encontró consigo mismo, y con la realidad de Dios. Dios le entregó un nombre nuevo: Israel (El “fuerte contra Dios”) porque había luchado contra Él. Desde ese momento encontró la libertad. (Gn 33, 12-20).

Era ya anciano, padre de 12 hijos, cuando en Berseba, en otro sueño descubrió la presencia de Dios (Gn 46, 1-5). Debía partir a Egipto, a reunirse con su hijo José; y así descubrió al Dios protector, que siempre le guiará a él y a su pueblo al camino de la liberación. Murió en Egipto pero fue enterrado en Berseba.

Raquel. Esposa de Jacob y madre de José y Benjamín. Los acontecimientos de su vida los encontramos en (Gén 29-35). Raquel se encontró con Jacob en un pozo, entre ellos surgió la pasión amorosa que terminó con un beso que Jacob le dio a Raquel (el único beso de un hombre a una mujer en toda la Sagrada Escritura, exceptuando el poema nupcial del Cantar de los Cantares). En el libro de Rut se la recuerda, junto con Lía, fundadora de la casa de Israel y como esposa rica y feliz. Mateo conecta el llanto de Raquel por sus hijos con la matanza de los inocentes. Su festividad no figura en los martirologios católicos, pero sí en el Sinaxario métrico ortodoxo.

El culto y la invocación a los santos del Antiguo Testamento, aunque no esté tan difundido como el de los del Nuevo, es una antorcha luminosa que los católicos hemos recibido del devoto pueblo de Israel. Los textos bíblicos de la liturgia católica mantienen siempre encendida esa antorcha. Pero muchos eucológicos también. No es el objetivo de esta entrada realizar una recopilación de cada uno de ellos, sino demostrar, con algunos ejemplos de las piezas eucológicas, la perenne actualidad del culto en cuestión.

Santa Misa
En la misma Misa, Acto Supremo del culto debido a Dios, la liturgia hace memoria nominal de Abel, Abraham y Melquisedec (Cf. Canon Romano o Plegaria Eucarística I). Sería de desear que hubiera un "Común de Patriarcas" y otro de Profetas en el Misal Romano, a los efectos de poder celebrar a los santos que precedieron a la primera Venida del Señor. Quizás la ausencia de este "Común" se deba a que no hay en el Calendario general festividades dedicadas a ellos (si exceptuamos, por supuesto, a los antepasados inmediatos -y por lo tanto, también coetáneos- de Jesús, como José, Juan Bautista, Joaquín y Ana). No obstante, la mayoría de aquellos bienaventurados ancestros de Cristo sí están inscriptos en el Martyrologium Romanum vigente, por lo que, según las normas de la Iglesia, pueden ser litúrgicamente celebrados en el día que allí se les ha asignado, si no está impedido.

Las Misas propias de algunas Órdenes religiosas poseen textos litúrgicos de santos del Antiguo Testamento. Precioso es, por dar un ejemplo, el Prefacio carmelita del santo profeta Elías, celebrado cada 20 de julio por la Orden.

Liturgia de las Horas
Numerosos textos patrísticos del Oficio, y en algunos himnos y preces, la Liturgia de las Horas de la solemnidad de Todos los Santos y la de otros días litúrgicos, hacen mención de las diversas categorías de santos, refiriéndose puntualmente a los Patriarcas y Profetas, y mencionando sus nombres en muchos casos. Al ser presentados como bienaventurados, se les está tributando de manera implícita el culto de dulía, que es el que corresponde a los santos.

Los Cánticos evangélicos de las Horas litúrgicas centrales, Benedictus y Magnificat, aluden de manera particular a los elegidos que precedieron al Señor: el primero alude a los "santos profetas", y nombra explícitamente "a nuestro padre Abraham". El segundo se refiere igualmente a "Abraham y su descendencia".

Letanías
En muchos de los diversos formularios de letanías de los santos se hace más inmediatamente patente que en otros textos el culto a los bienaventurados del Antiguo Testamento.

Las forma extensa de las Letanías de los santos aparte de contar con una invocación a Abraham, tiene otra a Moisés, y otra a Elías, seguida de los siempre infaltables José y Juan Bautista, y de las genéricas:"Santos Patriarcas" y "Santos Profetas". Cabe aclarar que el santo Patriarca José de Nazaret, Esposo de María , padre adoptivo de Cristo y patrono universal de la Iglesia, es el más excelso de los patriarcas; a su vez, san Juan Bautista, Precursor del Mesías, es el miembro más eximio de los profetas, el más grande de ellos. Son estos dos santos como los "anillos" que enlazan el Antiguo con el Nuevo Testamento; efectivamente, ellos pertenecen a ambos. (Esto último también puede decirse de los padres de la Santísima Virgen, a los que la Tradición atribuye los nombres de Joaquín y Ana; de los padres del recién mencionado Precursor Juan: Zacarías e Isabel; y de los santos profetas Simeón y Ana).

El rito de la "Recomendación del alma" de los agonizantes, en sus letanías propias, menciona a Abel, que es el protomártir de la humanidad; también a Abraham, y, de un modo genérico, al "Coro de los Justos", Las letanías lauretanas, por su parte, invocan a María como Regina Patriarcarum y Regina Prophetarum.

Las Órdenes o Familias religiosas, como es fácil de suponer, incluyen en sus letanías a aquellos santos del Antiguo Testamento que pudieren estar ligados particularmente a ellas. Por ejemplo, los carmelitas, en sus letanías invocan a Elías y a Eliseo. La Familia Paulina, fundada por el beato Santiago Alberione, por su parte, ha querido hacer un lugar en sus letanías para tres santos profetas: Moisés, Isaías y David. (Cf. "Letanías por la formación de los promotores de los medios de la comunicación social").

Una antigua collectio de oraciones, el Fasciculus Sacrarum Orationum et Litaniarum ad usum quotidianum Christiani hominis, ex sanctis Scripturis et Patribus collectus, de 1612, contiene un formulario de letanías a los santos Patriarcas y Profetas, cuyos nombres bíblicos recoge.

Martirologio Romano
Como se dijo más arriba, la gran mayoría de los santos del Antiguo Testamento, entre los que descuellan los Patriarcas y Profetas, tiene asignada una fecha en el Martirologio Romano, y pueden ser litúrgicamente celebrados como cualquier otro santo. A título de ejemplo, san Melquisedec se ha fijado el 26 de agosto; san David, el 29 de diciembre; los santos padres del Bautista, el 23 de septiembre; y hasta los Magos de Oriente -por ser también considerados santos- cuentan con una conmemoración propia, el 24 de julio, día del traslado de sus reliquias. Los santos Macabeos, que en el Calendario litúrgico preconciliar eran celebrados el 1° de agosto, actualmente figuran igual día en el Martirologio.

En este mismo libro litúrgico, en la sugestiva y entrañable fecha del 24 de diciembre, se hace una "Comnmemoración de todos los santos Antepasados del Señor". A modo ilustrativo, me complace recordar la peculiar celebración jubilar presidida por san Juan Pablo II el 23 de febrero del Año Santo 2000: "Conmemoración de Abraham, padre de todos los creyentes", en la que también se hizo memoria de otros justos veterotestamentarios.

Lugares sagrados
Los lugares sagrados también son un testimonio vivo del culto a los santos del Antiguo Testamento, cuyos nombres llevan. Consignemos unos pocos ejemplos:
  • Venecia es célebre por iglesias como las dedicadas a Moisés, Jeremías, Simeón y Zacarías. En Irán, hay una iglesia dedicada a san Abraham.
  • En Amsterdan, Holanda, hay una iglesia dedicada a Moisés y Aarón.
  • En San Petesburgo, Rusia, hay una iglesia dedicada a los santos profetas Simeón y Ana.

Otros textos litúrgicos y piadosos
Hay numerosos textos litúrgicos y piadosos que mencionan a los santos del Antiguo Testamento, de acuerdo con las circunstancias y las finalidades para las que han sido compuestos. Sirvámonos de un solo ejemplo, de entre los numerosos que podemos encontrar: el Bendicional, en la "Bendición de los que van a emprender un viaje", posee dos oraciones, una de las cuales nombra explícitamente a Abraham y otra a Moisés. (Cf. nn. 504, 505). Claro está que en esas y otras oraciones, no se está invocando directamente a los santos aludidos, pero sí se puntualiza la participación específica que les cupo (y cabe, por aquello de la perenne actualidad de la liturgia) en la historia de la salvación.
  • 24 de diciembre de 2017, Domingo IV de Adviento.
  • Conmemoración de los santos Antepasados del Señor.
  • Vigilia de la solemnidad de la Natividad del Señor.
  • Entrada dedicada al Mesías, a la Virgen María, al Patriarca san José, y a todos los santos del Antiguo Testamento.