Santa Catalina de Alejandría

25 de Noviembre


Catalina nació en Alejandría en el año 283. Su padre se llamaba Costa y era de familia noble. Catalina era su hija única. Al igual que su madre, tenía los cabellos rubios, era muy viva, animosa y muy bella. Le fue dada un aya cristiana y desde muy joven le pusieron maestros que la enseñasen. Solía hacer con cortezas de árboles, juguetes que regalaba a niños pobres.

Cuando creció, escribió mucho en tablas y pergaminos y daba los escritos a otras jóvenes. Estudió filosofía y se hizo una mujer culta. Con todo su corazón anhelaba por el Salvador de los hombres y por que se dignase conmoverla a ella también, y tuvo muchas visiones e ilustraciones. Desde entonces, concibió un odio mortal a los ídolos y derribó, enterró e hizo pedazos todos los idolillos que pudo haber; por la cual y por sus extraordinarios y profundos discursos contra los ídolos tuvo que estar en la cárcel de su padre.

Ella fue instruida en todas las ciencias de su tiempo. Cuando tuvo ocho años, la llevó su padre consigo a Alejandría, donde conoció al que había de ser su esposo. Catalina recibió en el bautismo una sabiduría inefable. Hablaba cosas admirables, pero guardó secreto, como los demás cristianos, acerca de su religión. No pudiendo su padre soportar durante más tiempo su aversión al paganismo ni sus palabras y profecías, la hizo encarcelar, pues creía que así no podía tener trato ninguno con los que pensaban como ella. Por otra parte, la amaba mucho porque era hermosa y discreta. Los siervos y criados que la servían eran remudados con frecuencia, porque entre ellos, solía haber algún cristiano.

Ya antes se le había aparecido Jesús como Esposo suyo celestial y su imagen no se apartaba nunca de su alma; así es que ella no quería oír hablar siquiera de ningún hombre. Su padre quiso casarla con un joven de Alejandría llamado Maximino, el cual procedía de estirpe regia y era sobrino del gobernador de Alejandría, que no teniendo hijos le había instituido heredero. Mas Catalina no quiso saber nada de él. Intentaron seducirla, pero ella se mostró animosa y rechazó burlándose aquellas tentativas. En lo cual se condujo con tal discreción y prudencia, que los más teniéndola por necia se ablandaban y la dejaban. Antes de estas tentativas, cuando ella tenía doce años, su madre murió en sus brazos. Al ver que iba a morir ésta, le dijo Catalina que era cristiana, y la instruyó y la decidió a recibir el bautismo. Catalina roció con un ramo agua de una copa de oro sobre la cabeza, la frente, la boca y el pecho de su madre.

El padre de Catalina la envió a Alejandría, a casa de un pariente suyo, esperando que allí aceptaría al que él le había designado por esposo. Este salió a su encuentro en un barco, y Catalina decía cosas admirables y muy profundas y cristianas y contrarias a los ídolos. El prometido alguna vez la tapó la boca entre irritado y en broma, pero ella se sonreía y seguía hablando con viveza e inspiración. Desembarcaron en un lugar en el cual la condujo el futuro a una casa que era mansión de placeres mundanos, con el intento de hacer mudar de opinión; pero ella siguió en su propósito sin dejar su aire afable y lleno de gracia y dignidad. Entonces sólo tenía trece años. En Alejandría vivía en casa del padre de su pretendiente, en un gran palacio con muchos departamentos. Allí moraba también el joven, pero separadamente, loco de amor y poseído de inquietud. Pero ella siempre hablaba de su otro Esposo, por lo cual se intentó seducirla y obligarla a que mudara de opinión, y le fueron enviados hombres sabios para que la apartaran de la fe cristiana; pero ella los confundió a todos.

Por entonces, se hallaba en Alejandría el patriarca Teonás, quien con su grandísima mansedumbre había conseguido que los paganos no persiguieran a los cristianos; pero éstos vivían muy oprimidos, tenían que proceder siempre con la mayor cautela y guardarse de hablar contra los ídolos. De aquí surgió una tolerancia muy peligrosa respecto de los paganos y tibieza en los cristianos, por lo cual dispuso Dios que Catalina, con luz interior e inflamado celo, reanimase a muchos. Catalina fue un día a casa de Teonás.

Él le dio el Sacramento para que se lo llevara a su casa; y ella lo llevó en un vaso de oro sobre su pecho. La sacratísima sangre no la recibió. Había por allí muchos infelices, que parecían solitarios, prisioneros y atormentados duramente en trabajos de construcción, de sacar piedras de canteras y transportarlas. A éstos les fue dada secretamente la sagrada comunión. Durante una gran fiesta pagana, Catalina fue obligada por sus parientes a ir al templo de los ídolos, pero no sólo no fue posible reducirla a ofrecerles sacrificios, sino que cuando la solemnidad era mayor, Catalina, arrebatada de santo entusiasmo, se acercó a los sacerdotes y derribó el altar de los perfumes y echó por tierra los vasos, clamando contra las abominaciones de la idolatría.

Se levantó entonces un gran tumulto; apoderáronse de ella, la tuvieron por loca furiosa y la condujeron al peristilo del templo para interrogarla; pero ella clamaba con mayor vehemencia. Fue conducida a la cárcel, y en el camino llamó a todos los confesores de Cristo, invitándolos a unirse con ella para derramar su sangre por aquel que nos ha redimido con la suya. Fue encarcelada, azotada con escorpiones y arrojada a las bestias feroces. Catalina era instada y violentada a que sacrificara a los ídolos y a que aceptara aquel matrimonio que ella tanto aborrecía. Ya antes, después de la muerte de su madre, la había llevado muchas veces su padre a las escandalosas fiestas de Venus, pero ella siempre había estado allí con los ojos cerrados.

En Alejandría estaba adormecido el celo de los cristianos. Halagaba mucho a los paganos que Teonás consolase a los esclavos cristianos que eran maltratados por sus crueles amos, y que les exhortase a servirlos con fidelidad, con lo que se mostraban los paganos tan aficionados a él, que muchos cristianos débiles sacaron de aquí la consecuencia que no sería cosa tan mala el paganismo. Por esta razón suscitó Dios a aquella esforzada, animosa e inspirada doncella, para que con sus palabras, con su ejemplo y su glorioso martirio convirtiera a muchos que de otro modo no se habrían salvado. Era tan poco el cuidado que tenía en ocultar su fe, que iba por las plazas públicas buscando a los esclavos trabajadores cristianos para consolarlos y exhortarlos a mantenerse firmes en la fe,; pues conocía que muchos se habían entibiado y apostataban a causa de aquella tolerancia.

Había visto a tales apóstatas tomar parte en aquel sacrificio en el templo, por lo cual sentía tan vivo dolor y santa indignación. Las bestias a las cuales había sido arrojada después de azotada, le lamieron las heridas y ella se vio repentinamente curada en la cárcel. Su prometido quiso hacerle allí violencia, pero tuvo que salir confundido y anonadado. Vino su padre y la sacó de la cárcel, conduciéndola de nuevo a casa del joven, donde fueron empleados todos los medios imaginables para inducirla a la apostasía. Las doncellas paganas que habían sido enviadas a ella para que la convencieran, ella las ganó para Cristo; y los filósofos que disputaron con ella, se dieron por vencidos. El padre salió fuera de sí y atribuyó todo aquello a encantamiento, por lo cual mandó azotar y encarcelar otra vez a su hija

La mujer del tirano, que había ido a visitarla, se convirtió y con ella un oficial. Cuando ésta vino a la cárcel, se apareció un ángel que tenía una corona suspendida sobre la cabeza de Catalina, y otro con una palma delante de ella. . Conducida Catalina al circo, fue puesta en un lugar elevado entre dos anchas ruedas guarnecidas de dientes y puntas agudas de hierro. Cuando empezaron a dar vueltas las ruedas cayó un rayo e hizo pedazos la maquinaria, lanzando los pedazos en diferentes direcciones e hiriendo y matando a unos treinta paganos.

Luego hubo una gran tempestad de viento y granizo, pero ella estaba sentada muy tranquila entre los restos de las ruedas con los brazos extendidos. Fue de nuevo conducida a la cárcel y oprimida durante muchos días. Varios hombres quisieron apoderarse de ella, pero ella los rechazaba con la mano y ellos se quedaban como estatuas, sin movimiento. Llegábanse otros, y ella con sólo mostrarles con la mano a los que se habían quedado petrificados, los rechazaba de sí. Todo se atribuyó a artes mágicas y Catalina fue conducida otra vez al lugar de las ejecuciones. Se arrodilló en el tajo, con la cabeza vuelta hacia un lado y fue decapitada. Saltó de la herida extraordinaria cantidad de sangre; la cabeza se desprendió por completo del cuerpo. Arrojaron el cuerpo en un horno encendido, pero las llamas se revolvieron contra los verdugos, mientras que una nube de humo cubría su cuerpo.

Sacáronle de allí y lo arrojaron a bestias hambrientas para que lo despedazasen; pero ellas no le tocaron. Al día siguiente los verdugos llevaron el cuerpo a una cueva llena de inmundicia entre césped de saúco. Por la noche, se aproximaron dos ángeles con vestiduras sacerdotales, que cubrieron el cuerpo con cortezas de árbol y se lo llevaron. Catalina fue martirizada el año 299, a la edad de dieciséis años. Entre las muchas doncellas que la acompañaron, llorando, al lugar del suplicio, algunas fueron después infieles; pero la mujer del tirano y el oficial padecieron valerosamente y murieron por Cristo. Los ángeles llevaron el cuerpo de esta santa virgen a una cumbre inaccesible del monte Sinaí. La superficie de esta cumbre tenía extensión suficiente nada más que para una casa pequeña.

El santo cuerpo permaneció oculto en este lugar por espacio de muchos siglos hasta que fue mostrado en una visión a un monje del monte Horeb. Vivían allí varios monjes, bajo la obediencia de un abad. El monje manifestó al abad la visión que había tenido, y se vio que al mismo tiempo otro monje había tenido la misma revelación. Les mandó el abad bajo obediencia que fueran a buscar el cuerpo de la Santa. Fueron conducidos en brazos por los ángeles a lo alto de la cumbre, los cuales abrieron el sepulcro y tomando uno de los monjes la cabeza de la Santa y el otro el cuerpo, fueron conducidos de nuevo en brazos de los mismos ángeles al pie de la montaña. Allí en la falda del monte Sinaí levantaron una capilla para que descansara el sagrado cuerpo. El monasterio de estos monjes fue posteriormente destruído.

Santa Catalina mártir es patrona de la elocuencia, de los filósofos y de los predicadores.

Oración de Santa Catalina antes del Martirio

"Dios mío, escúchame y, por tu amor, concede a cuantos se acuerden de mí, la abundancia de pan y la salud de su cuerpo. Aleja de nosotros toda enfermedad, todo desastre y concede a cuantos veneren mi martirio no morir de repente ni perder ningún miembro...

Que las mujeres que están en cinta no aborten ni mueran en el parto.
Que nuestro pueblo y nuestro país no pase necesidad.

Que los consuelos del cielo desciendan sobre nosotros y concede a mis devotos la remisión de los pecados. Si alguno se acuerda de tu sierva Catalina en la hora de la muerte, concédele que tus ángeles le conduzcan al santo reposo del paraíso."

Fue una mártir cristiana del siglo IV. Su fiesta se celebra el 25 de noviembre. Su culto tuvo difusión por toda Europa a partir del siglo VI, con énfasis entre los siglos X y XII. Está incluida en el grupo de los santos auxiliadores y es invocada contra la muerte súbita. Algunos académicos modernos consideran que la leyenda de Catalina probablemente se basó en la vida y muerte de Hipatia, con roles invertidos de cristianos y paganos

Hagiografía
Santa Catalina, por Francisco Pacheco (1608, Museo del Prado). Las noticias sobre la vida de Catalina de Alejandría las proporciona documentación muy tardía. El documento más antiguo es la Passio, redactada inicialmente en griego entre los siglos VI y VIII, muy conocida a partir del siglo IX a través de la versión latina. Existen además otros textos hagiográficos, entre los que se destaca la Conversio, quizá influida por la mística femenina benedictina. El contenido del conjunto de textos se sintetiza a continuación.

Catalina nació hacia el 290 en el seno de una familia noble de Alejandría, en Egipto. Dotada de una gran inteligencia, destacó muy pronto por sus extensos estudios, que la situaron al mismo nivel que grandes poetas y filósofos de la época. Una noche se le apareció Cristo y decidió, en ese momento, consagrarle su vida, considerándose, desde entonces, su prometida. El tema del matrimonio místico es común en el Este del Mediterráneo y en la espiritualidad católica.

El emperador Majencio (306-312) acudió a Alejandría para presidir una fiesta pagana y ordenó que todos los súbditos hicieran sacrificios a los dioses. Catalina entró en el templo, pero, en lugar de sacrificar, hizo la señal de la cruz. Y dirigiéndose al emperador lo reprendió exhortándolo a conocer al verdadero Dios. Conducida a palacio, ella reiteró su negativa a hacer sacrificios pero invitó al emperador a un debate.

En la prueba del debate filosófico, los sabios resultaron convertidos al cristianismo por Catalina, lo que provocó la ira del emperador, quien hizo ejecutar a los sabios, no sin proponerle antes a Catalina que se casara con uno de ellos, a lo que ella se negó rotundamente. Majencio trató de convencerla con promesas, pero al no lograrlo mandó azotarla y después encerrarla en prisión. Allí fue visitada por la propia emperatriz y un oficial, Porfirio, que terminó por convertirse junto con otros doscientos soldados, según señala la Passio.

El emperador ordenó entonces que torturaran a Catalina utilizando para ello una máquina formada por unas ruedas guarnecidas con cuchillas afiladas. Según la Passio, las ruedas se rompieron al tocar el cuerpo de Catalina, quien salió ilesa. La emperatriz trató de interceder a favor de Catalina, pero fue decapitada, al igual que Porfirio y sus doscientos soldados.

Su tumba se había encontrado al pie del Monte Sinaí, en el monasterio que lleva su nombre, lo que dio motivo a peregrinaciones de todo el mundo, especialmente apreciada por los peregrinos de Tierra Santa. La leyenda narra que los monjes del monasterio construido a los pies del Monte Sinaí descubrieron en una gruta de la montaña el cuerpo intacto de una joven a la que reconocieron como Catalina de Alejandría. Según la Passio, el cuerpo había sido depositado allí por los ángeles. Así, la Passio se presenta adornada con un conjunto de lugares comunes hagiográficos, no históricos.

Difusión posterior
Santa Catalina de Alejandría, representada con una rueda, uno de los símbolos de su martirio. Ícono del monasterio homónimo situado en el monte Sinaí, siglo XVII. El primer vestigio de su culto se encontró en una pintura del siglo VIII hallada en Roma. Su veneración se expandió desde la segunda mitad del siglo X, y fue una de las más difundidas por toda Europa, particularmente en Francia, en el siglo XII, de la mano de los cruzados. La Iglesia ortodoxa la celebró. Santa Catalina y Santa Dorotea fueron representadas con gran frecuencia en altares medievales húngaros a lo largo de los siglos XIV y XVI, convirtiéndose en figuras muy populares junto a Santa Isabel de Hungría y Santa Margarita de Hungría. En toda Europa se extendió el culto a Santa Catalina: muchas iglesias tienen imágenes o cuadros de la santa.

La difusión de la devoción inspiró a los artistas, quienes representan a la santa con una aureola tricolor: blanca, simbolizando su virginidad; verde por su sabiduría y roja por su martirio. La rueda que se utilizó para su suplicio está, casi siempre, representada detrás de ella.

Historicidad
Pietro Aretino, Vita di santa Caterina vergine e martire, 1636. Aunque su existencia histórica fue puesta en duda por un sector de la Iglesia católica a partir de 1961, considerándola, según algunos historiadores, una creación literaria como contrapunto cristiano a la filosofía pagana de Hipatia de Alejandría, sin embargo, liberada de las narraciones legendarias, permanece inscrita en el Martirologio romano como "liberum memoria".

No obstante, varios autores han puesto en duda la historicidad de esta figura. Donald Attwater caracteriza la "leyenda" de Santa Catalina como "la más absurda de su clase", citando la falta de pruebas positivas que nunca han existido, salvo en la imaginación de un escritor griego que simplemente la compuso con la mera intención de ser un romance edificante. También Harold T. Davis confirma que "la investigación asidua no ha logrado identificar a Catalina con ningún personaje histórico" y ha teorizado que Catalina fue un invento inspirado como contrapartida a la historia de la filósofa pagana Hipatia.

El relato más antiguo que trata de la vida de Santa Catalina se sitúa más de 500 años después de la supuesta fecha de su martirio, atribuido al emperador Basilio I en el año 866, aunque el redescubrimiento de sus reliquias en el monasterio del Monte Sinaí se data en el año 800, y presumiblemente implica un culto existente en esa fecha. El monasterio fue construido por orden del emperador Justiniano I, al que se añadió la Capilla de la Zarza Ardiente construida por Helena, madre de Constantino I, en el lugar donde supuestamente Moisés contempló la zarza ardiente. Además los textos más fidedignos en rigor científico como las investigaciones hagiográficas de los bolandistas conocidas como Acta Sanctorum son aceptados como válidos históricamente para entender su culto primario como personaje histórico.

Patronazgo
Catalina de Alejandría es la patrona de los escolares y estudiantes, filósofos, prisioneros (junto con Leonardo de Noblat, Fernando III de Castilla y José Cafasso), jóvenes casaderas, barberos (junto con Cosme y Damián y Martín de Porres), y de cuantos se relacionan por su oficio con las ruedas: carreteros, molineros, traperos, hilanderas, ciclistas, etc.9​También del día de las Catalinadas. La Universidad de París, la Universidad de Oviedo y la de Padua eligieron a Catalina como patrona.

Así, también es considerada patrona de apologistas; artesanos que usan ruedas en su trabajo (alfareros, hilanderos, etc.); archivistas; abogados; juristas; bibliotecarios; personas en trance de muerte; educadores; jovencitas; solteras; estudiantes; maestros; afiladores de cuchillos; mecánicos; torneros; enfermeros; filósofos; predicadores

Tradiciones
El día de su festividad se prepara un dulce con una base de melaza llamado "Las ruedas de Santa Catalina".
Antaño, las imágenes de Catalina, colocadas en las iglesias, eran adornadas con una cofia que se cambiaba cada año. Este rito era un privilegio de las jóvenes, mayores de veinticinco años que estaban solteras. De modo que la expresión "Ella va a coronar a Santa Catalina", significaba que la joven en cuestión todavía no había encontrado marido, al ponerle la cofia podía suplicar la intervención de la santa con la siguiente oración:
Santa Catalina, ayúdame. No me dejes morir soltera. Un marido, Santa Catalina, un buen marido, Santa Catalina, antes de que sea tarde.

Actualmente, en algunas regiones, aún se pueden ver, el 25 de noviembre, algunas jóvenes con un abigarrado sombrero multicolor (en los que predominan el verde y el amarillo) hechos, a propósito, para la fiesta, son las llamadas catalineras que festejan alegremente el día.

En Jaén, el 25 de noviembre hay una romería al Castillo de Santa Catalina, dedicada a Catalina de Alejandría, además es la santa protectora de la Ciudad.

En Ibi, provincia de Alicante, se sigue celebrando la festividad de Santa Catalina en las escuelas. Las niñas, a las que llaman "catalinetes", se colocan en la cabeza un gran lazo de papel de color llamativo. De tanto en tanto se canta una cancioncita en valenciano que dice: "Les catalinetes mengen culleretes, els catalinots mengen cullerots, passen pel molí, una coca en oli i un barral de vi, vi, vi, vi, Catalí!".

En Santa Fe, provincia de Granada, se celebra una romería conocida como "la merendica" el día de Catalina de Alejandría. Esta tiene su origen en la fundación de la ciudad cuando la reina Isabel la Católica organizó una celebración para conmemorar la firma de las Capitulaciones de Granada. Antiguamente la gente iba de romería a la desaparecida ermita de Santa Catalina. Actualmente, el lugar de esparcimiento es el secano, donde la gente se reúne para comer en el campo y degustar platos elaborados con hierbas aromáticas. En las panaderías de la zona se preparan las típicas Rosquillas de Santa Catalina.