San Marcelo de León el centurión

30 de Octubre
Marcelo (en latín, Marcellus) fue un centurión de la Legio VII Gemina Pía Félix que nació y vivió en León durante la segunda mitad del siglo III. Es venerado como un santo, uno de los patrones de León, España.

Según otra versión era centurión de la legión estacionada en Tingis, moderno Tánger

Biografía
El lugar donde vivía su familia se supone próxima a la muralla de León y la puerta de poniente, en la calle que hoy en día se conoce como calle Ancha y que conserva una capilla denominada capilla del Cristo de la Victoria, por el cristo que conserva en su interior.

Marcelo estuvo casado con santa Nonia, o Nona, y tuvo doce hijos: Claudio, Lupercio, Victorico, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germano, Fausto, Jenuario y Marcial.

La historia nos dice que el motivo de su martirio fue que celebrando las fiestas por el nacimiento del Emperador Valerio en julio del año 298, san Marcelo hizo pública su creencia cristiana y su única adoración al Dios del Cielo y de la Tierra, tirando al suelo su espada y el sarmiento de vid (atributos de su rango militar). La causa de Marcelo se remitió al Vicario de Prefecto Pretorio Aurelio Agricolano, que se hallaba en ese tiempo en Tánger y tenía la mayor autoridad sobre España y la Provincia de África (Tingitania)

El día 29 de octubre del año 298 fue condenado a muerte por decapitación. Su festividad se celebra el 30 de octubre.

Marcelo fue un Centurión que, según parece, pertenecía a la Legio VII Gemina y el lugar de los hechos bien pudo ser la ciudad de León.

Su proceso tuvo lugar en dos pasos: primero en España, ante el presidente o gobernador Fortunato (28 de Julio del 298) y en Tánger el definitivo, ante Aurelio Agricolano (30 de Octubre del mismo año).

Fortunato envió a Agricolano el siguiente texto causa del juicio contra Marcelo: «Manilio Fortunato a Agricolano, su señor, salud. En el felicísimo día en que en todo el orbe celebramos solemnemente el cumpleaños de nuestros señores augustos césares, señor Aurelio Agricolano, Marcelo, centurión ordinario, como si se hubiese vuelto loco, se quitó espontáneamente el cinto militar y arrojó la espada y el bastón de centurión delante de las tropas de nuestros señores».

Ante Fortunato, Marcelo explica su actitud diciendo que era cristiano y no podía militar en más ejército que en el de Jesucristo, hijo de Dios omnipotente.

Fortunato, ante un hecho de tanta gravedad, creyó necesario notificarlo a los emperadores y césares y enviar a Marcelo para que lo juzgase su superior, el viceprefecto Agricolano. En Tánger, y ante Agricolano, se lee a Marcelo el acta de acusación, que él confirma y acepta, por lo que es condenado a la decapitación.

La leyenda -no necesariamente falsa- abunda en algunos detalles que, si bien no son necesarios para el esclarecimiento del hecho, sí lo explicita, o al menos lo sublima para estímulo de los cristianos. Así, se añade la puntualización de que se trataba de un acto oficial y solemne en que toda la tropa militar estaba dispuesta para ofrecer sacrificios a los dioses paganos e invocar su protección sobre el Emperador.

Fuente: http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/santoral/santora