La iconografía de San Bruno (6 de octubre) recoge un sueño que tuvo San Hugo de Grenoble, obispo (1 de abril). Según la historia de San Bruno, dice que este, en el 1084, hastiado del mundo, y de la relajación del monasterio cisterciense en el que vivía, decidió buscarse un sitio solitario, donde vivir una vida verdaderamente austera, en silencio y totalmente entregada a la oración. Ante esto, se fue, con seis compañeros más, a donde Hugo, obispo de Grenoble, para exponer su proyecto, pedir su bendición y pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia.
La noche anterior San Hugo había visto en un sueño que siete estrellas le conducían hacia un bosque apartado y construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes (otras versiones dicen que unos ángeles llevaban un templo en las manos y allí lo depositaban).
Lo que fuese, lo cierto es que Hugo vio en Bruno y sus compañeros las estrellas que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Chartreusse (Cartuja), y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.
Allí construyeron la primera capilla y su monasterio, iniciando una vida, jamás interrumpida, de oración y silencio absoluto. Curiosamente, quien menos pudo vivirla, como deseaba, fue el mismo San Bruno, llamado varias veces por los papas y obispos a resolver asuntos eclesiásticos, políticos.
Tres veces le ofrecieron ser obispo, pero siempre lo negó.
A veces las siete estrellas aparecen en la iconografía de San Hugo de Grenoble.