Beato Vicente Vilumbrales

Sacerdote y Mártir, 6 de diciembre
Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org
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Sacerdote y Mártir
Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe († 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

El benjamín de nuestros sacerdotes mártires. Aun, despi­den sus manos aroma de sagrado crisma. Es de la última hor­nada presbiteral.

Era de mediana estatura, bien parecido, afable, nerviosi­llo, de marcada inclinación a la vida activa, con ribetes de cándido, si no de superiores, sí regulares, suficientes disposi­ciones, piadoso, discreto, amante de la Congregación y celoso de la honra de la misma. Hubiera sido un buen misionero.

Las primicias de su sacerdocio rindiólas apenas en Ma­drid. Que en Guadalajara no llevaba más de dos meses.

Y fue en el clásico barrio de Antón Martín (Colegio de San Blas, travesía del Fúcar) y en el suntuoso palacio del Duque del Infantado (Colegio de Niñas huérfanas de Milita­res) donde su candor primaveral se derramó al par del óleo de su apostólico, celo, en pláticas y exhortaciones.

En las páginas de la popularísima revista Reina de las Misiones quedan iluminadas viñetas de sus fervores mariano- misionales. Con esmero y cariño llevaba él la parte técnica de aquella publicación, cuando la obediencia le envió a la no­ble ciudad de Alvar Fáñez, el prima del Cid, su redentor de la morisma, para suplir ausencias de los que cuidaban aque­lla pimpollada de futuros misioneros paúles, trasplantada pru­dencial y providencialmente a clima más benigno, ya que en ella los aires soplaban tan recio que se echaba claramente de ver que un, día fatal, cualquiera, podían ajar todos sus pétalos a medio abrir.

El ambiente era de los que prueban el temple de las al mas. Y el P. Vilumbrales dio sobradas muestras de que el suyo era de los más puros. Atemperándose, como exigían los más elementales postulados de la prudencia, a las circunstancias, ni un solo día- dejó de atender debidamente a su capellanía.

Era mucha sensatez la de aquel joven sacerdote, que tan bien sabía hermanar la igualdad de ánimo con la valentía y el hervor guerrero. En pocos días ¡cuántos años vivió!

La espiga se ponía rápidamente en sazón, por la sobre­abundancia del calor divino. Y es que la “hora de la siega se echaba encima.

Lo hemos oído relatar varias veces, con dejos de alma su­mamente edificada:

—”¡Aquello parecía un infierno! Tiros, blasfemias, ayes desgarradores, gritos descompasados, ¡y el Padre, confesando tan tranquilo a tantísimas personas que venían corriendo a ponerse a bien con Dios, para morir, y sabiendo él que los milicianos rojos se iban haciendo dueños de la ciudad! ¡Qué unción en sus palabras, qué fuerza y aliento daba para el mar­tirio, qué cosa tan de santo!”

¿Verdad que este párrafo parece sólo propio de los tiem­pos pasados, de hace siglos, quizá de los primeros, los más he­roicos del Cristianismo? ¿Y que el aludido varón ejemplar debe de ser algún santo famoso en los anales de la Historia?

Pues no que no; que se refiere a nuestros tiempos, no me­nos heroicos por ser nuestros, y hablan de quien a nuestra vera pasó y aun pudo ser tanta la dicha que no pasara de largo y hasta se honrara con nuestra amistad.

Era, era, sí, el P, Vilumbrales copia fiel de antiguos he­roísmos.

Y cayó en poder de los rojos, que al Fuerte lo llevaron.

Y el día 6 de diciembre de 1936, cuando la matanza gene­ral de la que en otro lugar hablamos por extenso, el P. Vilum­brales fue una de tantas inocentes víctimas.

El P. Vicente Vilumbrales de la Fuente, hijo de Andrés y Josefa, nació el 5 de abril de 1909, en Reinoso de Bureba (Burgos).

Llamado por Dios a la Congregación de la Misión, hizo sus estudios humanísticos en Tardajos y Guadalajara. Ingresó en el Seminario Interno (Noviciado) el 14 de septiembre de 1926. De Hortaleza pasó a Villafranca del Bierzo para estu­diar la Filosofía y allí hizo los votos el 27 de septiembre, ani­versario de la muerte de San Vicente, de 1928. Estudió Teolo­gía en Cuenca, en donde, terminado el primer curso, se orde­nó de Menores el 19, 20 y 21 de agosto, y de Subdiácono, el 26 del mismo mes; de Diácono, el 2 de septiembre, y de Sa­cerdote el 9; todo en el año 1934. Terminó la carrera en In­glaterra.

En el otoño de. 1935 volvió a España, y, después de haber estado algunos meses sin destino fijo en Madrid, fue encar­gado de la revista de Misiones. A principios de 1936 marchó a Guadalajara, donde el Señor quería coronarle como mártir de la Religión y de la Patria.

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