San Diego (Didacus) de Alcalá- 13 Noviembre

13 de Noviembre
Imágenes de San Diego de Alcalá
Fray Diego de San Nicolás del Puerto
Fray Diego de San Nicolás, O.F.M., conocido como san Diego de Alcalá (San Nicolás del Puerto, Sevilla, 1400-Alcalá de Henares, 13 de noviembre de 1463), fue un fraile franciscano español considerado santo por la Iglesia católica.

Vistió el hábito franciscano hermano lego en la Orden de los Frailes Menores de la Observancia. Fue misionero en Canarias, donde llegó a ocupar el puesto de guardián del convento.

Fue canonizado por el papa Sixto V en 1588 en la única canonización realizada por la Iglesia Católica durante el siglo XVI, ya a finales de este. Es considerado patrono de los Hermanos legos franciscanos (no clérigos) por haber sido el primer hermano lego canonizado en la Orden.

Su celebración tiene lugar el 13 de noviembre.

Biografía
Nació a finales del siglo XIV en el seno de una familia modesta, en el pueblo de San Nicolás del Puerto, al norte de la provincia de Sevilla y en plena Sierra Morena. Sus padres, de fe cristiana, le pusieron el nombre de Diego, derivación de Santiago, patrón de España.

Desde su más temprana juventud se consagró al Señor como ermitaño en la capilla de san Nicolás de Bari, en su localidad natal, y después en el eremitorio de Albaida1​ bajo la dirección espiritual de un sacerdote ermitaño.

Fue un hombre bastante viajero para su tiempo; vivió en Canarias, Roma, Castilla y Andalucía y recorrió numerosos lugares de Córdoba, Sevilla y Cádiz.

Durante su peregrinación a Roma pasó por numerosos lugares de España, Francia e Italia. Residió en los conventos de La Arruzafa (Córdoba),2​ Lanzarote, Fuerteventura, Sanlúcar de Barrameda, Santa María de Araceli (Roma) y Santa María de Jesús (Alcalá de Henares), donde falleció en 1463.

Muy poco se sabe de sus primeros años. La más fiable de sus biografías, la de Francisco Peña, abogado y promotor en Roma de la causa de su canonización, y que debió poseer los mejores datos en torno a la vida de san Diego, así lo reconoce.

Cristóbal Moreno, traductor en el siglo XVI al castellano de la obra latina de Peña, también hace constar esta insuficiencia de datos sobre su niñez y primeros años. Y hasta la Historia del glorioso san Diego de San Nicolás, escrita por el que fue guardián del convento de Santa María de Jesús, de Alcalá de Henares, donde vivió y murió el santo, se remite para esta época a las anteriores biografías de Peña y Moreno.

La Historia de Rojo, el guardián complutense, aparecida en 1663, sesenta años después de la muerte de Moreno y a un siglo de distancia de la obra latina de Peña, no pudo ampliar con nuevos datos, como parecería lógico por haber vivido en el mismo convento, lo que la bula y anteriores biógrafos nos comunican. Alonso Morgado tampoco nos enriquece el conocimiento de la niñez de Diego con aportaciones que llenen el vacío de sus primeros años.

Profesión religiosa


San Diego en éxtasis frente a la cruz
Murillo
Tras su paso por Albaida y confirmada su voluntad de consagración a la vida religiosa, se trasladó al convento de San Francisco de la Arruzafa, en Córdoba. Allí ingresó Diego como hermano lego en la Orden de los Frailes Menores de la Observancia (Franciscanos de la Observancia). De hecho San Diego es el patrón de los hermanos franciscanos legos, es decir, que no son sacerdotes.

Durante su estancia en este convento visitó numerosos pueblos de Córdoba, Sevilla y Cádiz, dando lugar a una devoción que aún pervive en las tradiciones de no pocos de esos pueblos.

El de la Arruzafa es uno de los conventos de España restituidos a la primitiva y rigurosa observancia franciscana, hacia 1409, por fray Pedro Santoyo. En el lugar que ocupaba se encuentra ahora el Parador de la Arruzafa.

Misión en Canarias
En 1441, fue enviado como misionero a las Islas Canarias, al convento de Arrecife (isla de Lanzarote), donde trabajó de portero. En su función de portero del convento, tuvo ocasión de ejercer la caridad con gran generosidad, a veces considerada excesiva por sus hermanos de comunidad. Después vivió en el convento franciscano de Fuerteventura hasta que regresó a la península en 1449.

Durante cuatro años desempeñó el cargo de guardián del convento. Las Islas Canarias, que en 1402 habían sido reclamadas para su colonización por Jean de Béthencourt, habían sido evangelizadas inicialmente por los franciscanos. Muy pronto prosiguieron la tarea los Franciscanos Observantes (un movimiento de reforma dentro de la Orden de los Hermanos Menores, fundando en 1422 el convento de Fuerteventura.

A la muerte del primer guardián y Vicario de la Misión de Canarias, todos los ojos recayeron en fray Diego, que fue elegido sucesor y tuvo que trasladarse allí. Los dirigentes de la Orden se habían saltado la norma legal de no conferir ningún cargo de gobierno a un hermano lego.

Embarcó para la Gran Canaria, pero una tormenta le obligó a retroceder a Fuerteventura, donde, al poco tiempo, recibió la orden de regresar a España, yendo a Sanlúcar de Barrameda.

Peregrinación a Roma
Con ocasión de la celebración en Roma del Jubileo de 1450, decretado por el papa Nicolás V y la canonización de Bernardino de Siena, miles de Frailes Menores peregrinaron a dicha ciudad, entre ellos fray Diego. Gran número de religiosos venidos a Roma cayeron enfermos, víctimas de una epidemia que azotó la ciudad, y el amplio convento de Araceli fue convertido en enfermería. Fray Diego se ocupó de la dirección del improvisado hospital, donde permaneció durante tres meses curando a los enfermos.

Regreso a España
De regreso a España, pasó por varios conventos, entre ellos el de Nuestra Señora de la Salceda, en Tendilla (Guadalajara). En 1456 se traslada al Convento de Santa María de Jesús (Alcalá de Henares), que acababa de ser construido por Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo. Éste fue el más antiguo de los conventos fundados en esta ciudad, situado fuera de sus murallas, junto a la actual Universidad. En dicho convento pasará el resto de su vida, siete años, trabajando como jardinero y como portero. Tendría algo más de sesenta cuando murió.

Sus restos se encuentran desde entonces en la Catedral de Alcalá de Henares. Actualmente se conservan en una urna de plata del siglo XVII, y su cuerpo incorrupto se expone todos los años el 13 de noviembre.

Habiendo sido popular en vida entre los más humildes, congregó junto a su sepulcro a los más poderosos después de muerto. Enrique IV de Castilla acudió a su sepulcro para pedirle la curación de Juana la Beltraneja. Cardenales de Toledo, príncipes de España, el mismo rey Felipe II después, acudieron junto a su tumba, llevados por un sentimiento de confianza en su santidad milagrosa.

Felipe II hizo llevar la momia hasta las cámaras regias a fin de invocar la mediación divina en la curación de su hijo el príncipe Carlos, cuando en 1562, estudiando en Alcalá de Henares, tuvo una grave caída por las escaleras en el Palacio Arzobispal, dándose un golpe grave en la cabeza. Este hecho se consideraría después milagro y sería popularizado por Lope de Vega.​

Canonización
Fue el único santo canonizado a lo largo de todo el siglo XVI, por el papa Sixto V, el 10 de julio de 1588, culminando el proceso introducido por Pío IV a instancias del rey Felipe II de España, convirtiéndose en el primer santo español de la Edad Moderna.

​Entre los seis milagros aprobados por la Sagrada Congregación de Ritos para su canonización, el más famoso es, precisamente, la curación del príncipe Carlos.
Imagen relacionada
Otro milagro que se le atribuye es el de haber salvado, en un viaje que hizo a Sevilla durante su estancia en la Arruzafa, a un niño que imprudentemente se había metido y dormido en un horno, el cual fue encendido mientras tanto. Tras la mediación de Diego el pequeño apareció fuera del horno sin la menor quemadura. Éste y otros milagros los solía atribuir el humilde fraile a la intervención de la Virgen María.

Devoción
Fue un santo muy popular. Muchos conventos, iglesias y capillas, e incluso una ciudad de California, están dedicadas a su nombre.

Entre los frailes, es el patrón de los franciscanos legos.

En España, es patrón de su localidad natal, San Nicolás del Puerto (Sevilla), de la localidad almeriense de Cuevas del Almanzora,6​ de la alcarreña Cogolludo y de la onubense Ayamonte. En Baena (Córdoba), todos los miércoles de Semana Santa, procesiona abriendo el desfile procesional de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Huerto, de la que es cotitular. Es también patrón de Tuéjar, municipio español perteneciente a la provincia y diócesis de Valencia, en la Comunidad Valenciana, y a la comarca de Los Serranos. También es patrón de la población de Almendricos, término municipal de Lorca, en la provincia de Murcia.

En Canarias, los estudiantes lo celebran en una fiesta no oficial pero generalizada, la fuga de San Diego.7​ Esta consistía en honrar a San Diego en su ermita situada extramuros de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna en Tenerife. Los estudiantes debían contar los botones de la túnica de la estatua del fundador del convento (actual ermita de San Diego), se decía que si acertaban ese número, aprobarían sus exámenes. En la actualidad se sigue celebrando, aunque no acudiendo ya los estudiantes a su ermita, sino tomando el día como pretexto para no asistir a clases. La fiesta de San Diego de Alcalá se celebra también en Canarias, en Tuineje, así como en Gran Tarajal (Fuerteventura).

En América es fiesta en varios lugares de México, en el Estado de Campeche en la comunidad de Nunkiní, municipio de Calkini. En el estado de Veracruz en la localidad de Los Otates, anualmente se celebra la feria del pan, en honor a su santo patrono. De igual manera en la comunidad de San Diego Tetitlán en Huatusco, el día 13 de noviembre se lleva a cabo una serie de eventos en su conmemoración. También en el norteño estado de Durango, en los municipios de Canatlán y Peñon Blanco del cual es santo patrono y dónde se fundó la misión de San Diego de Alcalá durante las exploraciones españolas de colonización. La parroquia del lugar lleva el nombre de este santo hasta el día de hoy. En los Estados Unidos de América da nombre a la ciudad de San Diego (California), el Condado de San Diego (California) y la misión San Diego.

San Diego en el arte

San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres, Murillo hacia 1646, óleo sobre lienzo, 173 x 183 cm. Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Los más grandes artistas se ocuparon de él. Lope de Vega le dedicó el soneto La verde yedra al tronco asida, y la comedia San Diego de Alcalá.

Se le representa joven e imberbe, a pesar de que alcanzó los sesenta años, frecuentemente con:
  • Unas llaves, por haber sido portero y cocinero del convento,
  • Recogiendo con ambas manos su escapulario como delantal lleno de flores.
Este último episodio es uno de los más populares y representados en su iconografía. Se refiere a una leyenda, según la cual, Diego era tan generoso con quienes pedían a la puerta del convento, que sus superiores lo encontraban fastidioso y excesivo.

En cierta ocasión en que vieron cómo Diego llevaba algo en el hábito, y suspicaces porque ya había dado la limosna diaria, se disponían a reprenderlo cuando milagrosamente los panecillos que el santo llevaba a los pobres se convirtieron en rosas.


Milagro de las rosas de San Diego de Annibale Carracci, h. 1604, fresco sobre muro, Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi (en depósito en el Museo Nacional de Arte de Cataluña), Barcelona.

Fue retratado por Zurbarán, Ribera, Murillo, Gregorio Fernández, Alonso Cano y Pedro de Mena, representando escenas de su vida relativas a la realización de obras de caridad o algunos de los milagros atribuidos.

El pintor barroco Annibale Carracci dedicó un completo ciclo de frescos a la vida de san Diego en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma, distribuidos actualmente en diversos museos e instituciones.

San Diego de Alcalá, madera policromada de Gregorio Fernández; Museo Nacional de Escultura (Valladolid).

La polémica del toponímico
Fray Diego de San Nicolás siempre llevó el nombre del pueblo natal en los documentos de su tiempo. Tanto las historias primitivas del santo como la bula de canonización expedida por Sixto V, no conocen otro lugar de referencia que San Nicolás del Puerto. Sin embargo se le conoce en el santoral como San Diego de Alcalá, por el lugar donde pasó sus últimos años y donde reposan sus restos. Este nombre además lo popularizó Lope de Vega al utilizarlo como título de una de sus comedias, cuyo argumento es la vida del santo.

Alonso Morgado, en su Santoral Hispalense, considera que se debería designar a san Diego por el nombre de su villa natal, en lugar del toponímico de Alcalá.
​ Algo que ocurre también con san Antonio de Padua, que nació en Lisboa (Portugal) y murió en Padua (Italia), donde descansan sus restos; o con san Isidoro de Sevilla, que nació en Cartagena.

San Diego predicando en Roma de Annibale Carracci, fresco sobre muro, h.1604, Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi (en depósito en el Museo Nacional de Arte de Cataluña), Barcelona.



San Diego de Alcalá, heraldo ferveroso de los
evangelios, tú que defendiste a los débiles de los
poderosos, alimentaste a los hambrientos, sanaste a
los enfermos, y en tu lecho de muerte con sincera
y pura devoción al presionar un crucifijo sobre
tu corazón exclamaste:
      dulce leño,
      dulce fierro,
      dulce el fruto que nos dio,
por tu poderosa intercesión, obtén para nosotros,
humilde fraile, la fortaleza para proteger a los oprimidos,
el amor a los pobres, la compasión por los
afligidos y al final de la vida, una buena muerte.
Amén.

Tú que fuiste elegido por Nuestra Señora de Guadalupe como instrumento para mostrar a tu gente y al mundo que el camino del cristiano es uno de amor, compasión, comprensión, valores, sacrificios, arrepentimiento de nuestros pecados, aprecio y respeto por la creación de Dios, y por encima de todo, uno de humildad y obediencia. Tú, quien ahora sabemos que estás en el Reino de nuestro Señor y cerca de nuestra Madre, sé nuestro ángel y protégenos, quédate con nosotros mientras luchamos en esta vida moderna sin saber, la mayor parte del tiempo, donde fijar nuestras prioridades. Ayúdanos a orar a Dios, por medio del Corazón de nuestra Señora de Guadalupe hacia el Corazón de Jesús, para obtener los dones del Espíritu Santo y usarlos para el bien de la humanidad y el bien de nuestra Iglesia. Amén



Hermano lego

Los hermanos legos, en su sentido de uso más común, son los miembros de una orden religiosa de la Iglesia católica, particularmente de órdenes monásticas, que se ocupan de labores manuales y de los asuntos seculares de un monasterio, con el fin de permitir la plena vida contemplativa de los monjes. Estos, en contraste, están abocados principalmente a la liturgia de las horas o al llamado Opus Dei (Obra de Dios; no confundir con la prelatura del Opus Dei) y al estudio.

Así, los hermanos legos tienen como propósito el apoyo práctico en la gestión de talleres, granjas, cocinas y otras dependencias del monasterio, para dejar libertad a los monjes de coro de orar y estudiar. Sin embargo, los hermanos legos también son monjes y dedican una parte importante del día a orar.

Origen del vocablo
Los hermanos legos son conocidos también como fratres conversi (hermanos conversos), laici barbati (laicos barbados) o illiterati (iletrados). El último término proviene del hecho de que, en siglos anteriores, los hermanos legos no solían tener una buena educación, aparte de ser iletrados y, por lo tanto, no aptos para estudios que los llevaran a una vida de monje de coro o de sacerdote. En consecuencia, con habilidades como la carpintería o la cocina pero sin la capacidad de leer los salmos, los hermanos legos viven y trabajaban en su propia sección del monasterio, participan en servicios religiosos simplificados o ayudaban en las oraciones de los monjes de coro y pasan gran parte de su día en sus labores.

Con la extensión de la alfabetización a la mayor parte de la población, la mayoría de los hermanos legos hoy puede leer, pero no tiene la inclinación, intención o talento para llevar a cabo estudios teológicos avanzados.

Origen de la función de hermano lego
Existe controversia sobre el origen de los hermanos legos. Se sabe de su existencia desde el siglo XI. Fueron mencionados por Mabillon, que indicó que fueron instituidos por San Juan Gualbert en Vallombrosa cerca del 1038. El término conversi fue aplicado por primera vez a este tipo de religiosos en una biografía de su fundador, escrita por el venerado Andrea Strumensis, a fines del siglo XI. Parece que fueron instituidos antes de la fundación de Vallombrosa. Entre los camaldulenses, San Pedro Damián indica que había religiosos sirvientes, apartados para el desempeño de labores manuales en Fonte Avellana, el cual fue fundado alrededor del año 1000. Asimismo, en el Sacro Eremo en Camaldoli, fundado unos veinte años más tarde, había hermanos que eran distintos de los anacoretas y quienes se dedicaban por completo a las necesidades seculares de la comunidad.

Distinción entre legos y clérigos
No existía tal distinción en el monasticismo occidental temprano. La mayoría de los monjes benedictinos no eran clérigos y todos efectuaban labores manuales; y la palabra conversi era usada para designar sólo a aquellos que recibían el hábito a una edad madura, para distinguirlos de los oblati y nutriti. A inicios del siglo XI el tiempo dedicado al estudio había crecido fuertemente, por lo que una mayor proporción de los monjes estaban en Órdenes Santas, aun cuando una gran cantidad de analfabetos había abrazado la vida religiosa. Al mismo tiempo, se encontró necesario regular la posición de los famuli, los sirvientes contratados del monasterio y de incluir a algunos de ellos en la familia monástica. Entonces se instituyeron los hermanos legos en Italia y se hallan intentos similares de organización en la Abadía de San Benigno en Dijon, bajo Guillermo de Dijon (1031) y Ricardo de Verdun (1046), mientras que en Hirschau, el abad Guillermo (1091) dictó una orden especial a los fratres barbati y exteriores. En Cluny el trabajo manual fue relegado a sirvientes pagados, pero los cartujos, los cistercienses, los de la orden de Grandmont y la mayoría de las órdenes religiosas posteriores poseían hermanos legos, a quienes se les encomendaba sus cuidados seculares. En Grandmont, de hecho, el control total de la propiedad de la orden por parte de los hermanos legos llevó a serios disturbios y finalmente a la ruina de la orden, pero las regulaciones más prudentes de los cistercianos formaron un modelo para órdenes posteriores. En Inglaterra, los "Monjes Negros" (benedictinos), según algunos autores, hicieron uso escaso de hermanos legos, encontrando más conveniente el servicio de asistentes pagados. Así, el padre Taunton estimó que "en aquellos días en los monasterios benedictinos ingleses no había hermanos legos." Por el contrario, son mencionados en los registros de la Abadía de San Agustín en Canterbury y en la Abadía de San Pedro en Westminster.

Vestimentas y oraciones de los legos
Los hermanos legos generalmente se distinguen de los otros hermanos por algunos detalles en sus hábitos. Por ejemplo, los hermanos legos cistercienses usan una túnica café en vez de una blanca, con el escapulario negro, y en el coro usan una gran capa en vez de una cogulla; los hermanos legos vallombrosianos usan un sombrero en vez de un capuchón y sus hábitos son más cortos; los hermanos legos benedictinos ingleses usan una capucha de una forma diferente de la de los monjes de coro y no usan cogulla; los hermanos legos dominicos usan un escapulario negro, en vez de blanco. En algunas órdenes se les exige recitar diariamente el Pequeño Oficio de Nuestra Señora, pero usualmente sus oficios consisten en un determinado número de Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Cuando alcanzan un número considerable, poseen sus propias dependencias en el monasterio, el domus conversorum, aún perceptible en algunas ruinas de monasterios ingleses.

La mujer como lego
Las hermanas legas se encuentran en la mayoría de las órdenes femeninas y su origen, como el de los hermanos legos, se encuentra en la necesidad de proveer a las monjas de coro más tiempo para el Oficio y estudio, y para permitir a las iletradas abrazar la vida religiosa. A menudo, sirven como "hermanas externas" a la comunidad: se encargan de recibir a los visitantes y manejar las relaciones entre las monjas enclaustradas y el mundo exterior.

Ellas también se distinguen por sus hábitos diferentes a los de las hermanas del coro y su oficio consiste en el Pequeño Oficio de Nuestra Señora o un determinado número de oraciones. Tal vez fueron instituidas antes que los hermanos legos, siendo mencionadas por primera vez en la vida de San Daniel escrita en el siglo IX. En el período medieval temprano, incluso se escribe sobre hermanos legos adjuntos a conventos de mujeres y hermanas legas adjuntas a monasterios, ocupando edificios distintos; esta práctica fue abolida hace mucho.

Los legos en la actualidad y después del Concilio Vaticano II
Entre las muchas órdenes enseñantes, la mayoría de las comunidades masculinas están constituidas sólo por «legos» y son considerados hermanos legos, en el sentido más general de la palabra, mientras no sean clérigos; esto es, mientras no reciban órdenes sagradas. La diferencia de estos legos con los de vida monástica, es que la mayoría son profesionales capacitados y no es raro que tengan grados doctorales.

Los cambios producidos como consecuencia del Concilio Vaticano II, incluyendo la llamada a todas las órdenes religiosas a reexaminar y renovar sus orígenes, dio como resultado que la mayoría de las distinciones entre legos y monjes fueran abolidas o mitigadas. Mientras aún se conoce a algunos como hermanos, todos los miembros de una orden religiosa suelen tienen los mismos derechos y vestimenta.

Referencias
Vicente Pradas, José María (2006). Monasterio de Santa María de Valbuena. Las Edades del Hombre. Arte y Evangelización. Trobajo del Camino, León: Edilesa. p. 48. ISBN 978-84-8012-538-3.
Bibliografía
Armstrong, Philip (1988). Who Are My Brothers? Cleric-Lay Relationships in Men's Religious Communities (en inglés). 229 páginas. New York: Alba House. ISBN 0-8189-0533-6.
Lawrence, Clifford Hugh (1989). Medieval Monasticism: Forms of Religious Life in Western Europe in the Middle Ages (en inglés). 321 páginas. Londres: Longman. ISBN 0-582-01727-0.
Meister, Michael F., ed. (1993). Blessed Ambiguity: Brothers in the Church (en inglés). 263 páginas. Landover, Maryland: Christian Brothers Publications. ISBN 1-884904-00-9.